Controles e inversiones
Fiestas las necesarias, pero inversiones importantes para impulsar sectores estratégicos, todas
Los últimos datos sobre turismo nos sitúan lejos del récord que el sector preveía a comienzos del verano. Ni la ciudad, ni el entorno rural, han logrado rebasar los resultados que se dieron en 2022. La euforia llevó a pensar que este año no solo se repetirían, sino que se superarían. Turismo de Salamanca no es particularmente activo en la promoción. En estos tiempos en que la comunicación interviene de manera decisiva en los aspectos comerciales, no aprovechar el potencial de canales como las redes sociales no parece tener mucho sentido.
Se puso en marcha aquel dos por uno en pernoctaciones que se dio por exitoso. Yo, que mantengo contactos en toda España por motivos laborales, no he sabido de nadie -no salmantino- que lo conociera. Inversiones cortas, cortísimas, a las que, además, no se ha sacado el lustro debido.
Los negocios, ahora que estamos en fechas de paso de emprendedores por la ciudad, requieren de una serie de estadios imposibles de evadir. Primero, están las ideas, que deben ser novedosas y ambiciosas, sin perder su condición de realizables. Con posterioridad, hay que pensar en la inversión. Dinero: el gran problema inicial para los emprendimientos. Se suele tirar de la familia y de una capacidad, generalmente corta, de endeudamiento. Se juegan sus cuartos y los de sus seres cercanos, que los apoyan sin condiciones.
Las administraciones, esos entes etéreos que viven sin presión, salvo en los momentos en que los políticos ven peligrar su estatus, deberían establecer procedimientos de control que obligaran a marcar y cumplir unos objetivos siquiera mínimos. La rotación de cargos, dependientes en gran medida de las crisis políticas, provoca dejación en el empleado-funcionario, siempre a la espera del siguiente jefe o nuevo responsable de su área. Prohibidas ya las novatadas en las universidades y colegios mayores, lo que me congratula, deberían perseguirse también los abusos de poder en forma de acoso que sufren los jóvenes que entran en la Administración con la ilusión, la fuerza y las ideas necesarias. Muchos de ellos se ven bloqueados por veteranos al grito de «aquí hay un ritmo de trabajo y tú no lo vas a cambiar», o cosas similares que todos hemos oído de conocidos y sufridores de la causa.
La universidad, en Salamanca, aporta al PIB, gracias a que mantiene un importante índice de alumnos provenientes de fuera, que suman a las arcas públicas por encima de las inversiones. Sectores como la ganadería, con el problema de la EHE, y el campo, con su pelea perdida con la climatología, entre otros factores adversos, no están en su momento más boyante. Si a ellos sumamos el sector turístico, démonos por perdidos. Así que fiestas las necesarias, pero inversiones importantes, justificables y rentabilizadas, para impulsar sectores estratégicos, todas.