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El sexto sentido

El precio de la libertad

Trump no consigue que China le entregue TikTok, pero a Harvard le exige que «dejen de hacer política»

Viernes, 25 de abril 2025, 05:30

El 10 de mayo de 1933, más de veinte mil libros fueron quemados en Berlín ante la Universidad Humboldt. Espoleados por la propaganda nazi, una turba de estudiantes y profesores allí corearon consignas totalitarias que venían gestándose desde que Hitler llegó al poder en enero: «El Estado ha sido conquistado. ¡La universidad aún no!». Llovió a mares esa noche; los bomberos tuvieron que avivar el fuego con gasolina. Casi todas las universidades celebraron actos similares y sus dirigentes los apoyaron. En algunas, se instalaron picotas de dos metros de alto para colocar los nombres de los profesores que estimaban contrarios al espíritu alemán.

La Universidad de Harvard se fundó hace casi cuatrocientos años. El siglo XIX la convirtió en el centro educativo de las élites de Boston y luego en un moderno centro de investigación avanzada, como lo es hoy. Harvard, la mejor universidad del mundo para muchos, ha hecho grande a América desde hace mucho tiempo. Trump parece no saberlo. Tal vez tenga un concepto distinto de grandeza. No consigue que China le entregue TikTok, pero a Harvard y a las universidades más influyentes del país les exige que «dejen de hacer política»; que supriman la libertad de expresión y los programas de diversidad, que renuncien a la colaboración con entidades extranjeras y que eviten la admisión de estudiantes presuntamente antiamericanos. Para que sus deseos se cumplan, las amenaza con suprimir ayudas públicas y exenciones fiscales; también, con vetar el acceso de alumnos y profesores extranjeros, con la revocación de sus visados e incluso con la deportación.

Columbia cedió a las presiones como si de aranceles se tratase, nombrando hace semanas un gauleiter encargado de custodiar las esencias del régimen. Otras universidades, como Harvard, resisten; tal vez porque disponen de medios propios para aguantar, pero sobre todo porque creen que no deben sucumbir al pensamiento único. Una buena amiga, colega de profesión, me advierte que lo que hoy ocurre en Estados Unidos podría producirse en cualquier otro lugar. Por eso, antes de que nos arrepintamos de nuestra indiferencia, sería bueno que los representantes de las Universidades españolas se pronunciaran. La Universidad de Salamanca goza de una privilegiada proyección internacional y bien podría promover esa iniciativa ante la Conferencia de Rectores en apoyo de la autonomía y de la libertad. ¿Acaso no sería eso lo que haría Miguel de Unamuno? Esta sí que sería una buena forma de homenajear a la Escuela de Salamanca.

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