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El honoris de Rafa

Defender su carácter estratégico, como expresamente se hizo ante el Consejo de Gobierno, no me parece acertado

Viernes, 20 de diciembre 2024, 05:30

Envidia de la mala fue la que me invadió el cuerpo cuando leí la excelente columna que Paco Gómez publicó el pasado miércoles en este mismo periódico. Suscribo íntegramente su elegante escepticismo sobre la conveniencia de que el Consejo de Gobierno de la Universidad de Salamanca activara la propuesta para otorgar a Rafael Nadal el doctorado honoris causa. Poner en tela de juicio la trayectoria del mejor tenista español de todos los tiempos constituiría una auténtica infamia. Sin embargo, no creo que una buena idea reconocerle la suprema dignidad académica, por simbólica que sea, del mismo modo que consideraría absurdo que la organización de Roland Garros concediera al mejor de los científicos una Coupe des Mousquetaires honorífica.

La decisión vino avalada por un débil argumentario. Defender su carácter estratégico, como expresamente se hizo ante el Consejo de Gobierno, no me parece acertado. Sé que la solemne investidura en el Paraninfo garantizará la presencia de nuestra institución en los medios. Además, tras la imposición del birrete, el anillo y el libro de la sabiduría, el ceremonial establece que a Rafa se le requiera jurar apoyo a nuestra universidad cuantas veces se le solicite. Con todo, la Universidad pública –aún menos, la nuestra– no es una empresa que venda coches, videoconsolas o ropa deportiva. Su buen nombre debe descansar sobre logros académicos, sobre la investigación y la transferencia; no sobre la mercadotecnia.

Se invocaron hondos conceptos en la antigua capilla del Hospital del Estudio: desarrollo cultural y social, superación de desigualdades a través de la educación, respeto, dignidad y justicia. Derechos humanos. Vincular el nombramiento al inicio de las celebraciones del Quinto Centenario de la Escuela de Salamanca, como con tanta insistencia se hizo, rayó el surrealismo. Me hubiera gustado conocer los motivos por los cuales nueve de los miembros presentes del Consejo no apoyaron la propuesta, pero nadie solicitó la palabra para explicar su disconformidad.

Pendiente de la aprobación definitiva por el Claustro de Doctores, el vítor de Rafael Nadal Parera, uno de los mejores deportistas de nuestra historia, reconocido como tal en todo el mundo, se estampará en los muros de nuestra Universidad. Personajes mucho más controvertidos, de cuyos nombres prefiero no acordarme, fueron premiados con la misma distinción. Verdaderamente, hay cosas difíciles de rechazar, y ser doctor honoris causa por la Universidad de Salamanca es una de ellas. No fui yo quien lo dijo.

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