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EL SEXTO SENTIDO

Cristales rotos

Viernes, 18 de julio 2025, 05:30

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El 7 de noviembre de 1938, Ernst vom Rath, oficial de la embajada alemana en París, fue tiroteado por Herschel Grynszpan, un joven judío polaco de diecisiete años cuyos padres habían sido deportados del territorio alemán. Vom Rath murió dos días después a causa de las heridas. El régimen nazi lo convirtió en un mártir. Tras los hechos, se desató una ola de violencia en toda Alemania. Durante la madrugada del 9 al 10 tuvo lugar la Noche de los Cristales Rotos, la Kristallnacht, en la que multitudes espoleadas por la propaganda asaltaron más de 7.000 comercios judíos, 267 sinagogas y decenas de cementerios en todo el país. Las fuerzas de seguridad no sólo dejaron actuar a los agresores, sino que los ayudaron. Casi un centenar de personas fueron asesinadas. Más de 30.000 fueron detenidas y deportadas a campos de concentración.

Los sucesos de Torre Pacheco distan mucho de los hechos de 1938, pero son parte de una ola de odio al enemigo que se ha extendido por Europa a lo largo de los últimos tiempos; en este caso, al extranjero que pretende labrarse un futuro al que no pudo acceder en su tierra. En febrero de 2000, la muerte de tres españoles convirtió a la localidad almeriense de El Ejido en un campo de batalla. Entonces y ahora, desde el Gobierno se llamó a la conciliación y la policía actuó para evitar males mayores. No obstante, la incitación más grosera a la violencia –«cacerías de inmigrantes» lo llaman– circula hoy por las redes como nunca lo había hecho, haciendo culpable al extranjero de cuantos males aquejan a nuestra sociedad y reduciéndolos a la categoría de seres desprovistos de valor. Se instrumentaliza a las masas como ya se hizo en otros tiempos, pero la capacidad de penetración es infinitamente superior. ¡Qué feliz hubiera sido Goebbels con Tik-Tok!

En un momento convulso como el presente, me preocupa que la ciudadanía apoye «opciones rompedoras», nostálgicas de los Tercios de Flandes. Esa no es la España de hoy, ni tampoco es la reacción inteligente frente a la corrupción de los gobernantes, con independencia de cuál sea su color. Bien saben que al votante se le gana generando miedo a un enemigo que suscita nuestra ira y al que hay que odiar. Ese falso enemigo es hoy el extranjero que prospera entre nosotros, que trabaja y paga impuestos, que emprende, que nos ayuda a ser más grandes; el extranjero al que estos patriotas de cartón, usando una expresión tan poco española como glamurosa, reservan un destino del que han hecho arenga: Deport Them Now.

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