Borrar
Opinión

Peligro de involución

Martes, 30 de abril 2024, 06:00

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Opciones para compartir

Los cinco días de reflexión eran solo una maniobra a mayor gloria del presidente. Un montaje teatral que ha desembocado en el anuncio de su continuidad al frente del Gobierno. Sánchez le ha tomado el pelo a todos los españoles y ha colocado a nuestro país en una situación de ridículo internacional. El retiro espiritual de un primer ministro no tiene antecedentes en la historia de las democracias occidentales y su escenificación ha provocado un daño irremediable a la democracia en España, incluso aunque hubiera dimitido.

Al final, tras el amago, no hubo ni dimisión, ni convocatoria de elecciones, ni moción de confianza. Quienes aseguraban que un montaje de ese calibre no podía terminar en nada, han quedado perplejos. Y la mayoría de españoles, que ya conocen la altura moral del personaje, han podido confirmar que para Sánchez no hay límites morales ni políticos, y que para este presidente el interés nacional queda supeditado a su propio beneficio personal.

Sánchez ha dañado su propia imagen como líder político, transmitiendo una sensación de inestabilidad y debilidad, pero si se ha sometido a este desgaste lo ha hecho porque tenía claros un objetivo y una estrategia. Se trataba de provocar compasión y unidad, de recabar el apoyo incondicional para su «plan» del PSOE y de sus socios, desde Sumar a Bildu, pasando por ERC, Junts y el PNV. El plan al que responde la pantomima del periodo de reflexión lo desveló el propio presidente en su comparecencia de ayer, cuando avisó a los españoles que a partir de ahora trabajará «sin descanso, con firmeza y con serenidad por la regeneración pendiente de nuestra democracia». Su anuncio implica la puesta en marcha de una ofensiva para cambiar las reglas del juego democrático en mayor medida de lo que ha conseguido en sus cinco años de mandato, un plan para acogotar a los jueces independientes y acallar a la prensa crítica con el sanchismo.

Regenerar la democracia, en el lenguaje de la izquierda radical con la que se identifica Sánchez, supone el inicio de una campaña para amarrar el control del poder judicial, empezando por cambiar la mayoría necesaria para renovar el Consejo del Poder Judicial a espaldas del PP, que ganó las últimas elecciones, y forzar cuanto antes la asunción de la instrucción de los casos por la Fiscalía que el presidente alardea de controlar. Regenerar la democracia, en el contexto de su manual de resistencia en el poder, significa atacar la libertad de prensa y maniatar a los medios de comunicación que no callan ante las sospechas de corrupción del sanchismo. Lo advirtió ayer con toda claridad: «No se puede confundir la libertad de expresión con la libertad de difamación». En lugar de denunciar ante la justicia al periodista que difame, que para eso está el Código Penal, el presidente se propone controlar la financiación pública de los medios no afines, que es tanto como anunciar su exclusión de la publicidad gubernamental.

La fórmula para acabar con sus problemas domésticos no es más democracia, como han proclamado los ministros y otros dirigentes de la coalición socialcomunista, sino más ocupación de las instituciones y los poderes del Estado y más persecución de la prensa libre.

Para avanzar por ese camino hacia la autocracia, Sánchez quiere ahondar en ese muro que decidió levantar frente a quien no diga amén a todos sus planteamientos, con más presión y más división. También lo anunció ayer: «Solo hay una manera de revertir esta situación que la mayoría social, como ha hecho estos cinco días, se movilice en una apuesta decidida por la dignidad y el sentido común, poniendo freno a la política de la vergüenza que llevamos demasiado tiempo sufriendo». La movilización de estos cinco días ha sido escasa, más bien pobre, pero el presidente atacará con todas las potentes armas de que dispone el Gobierno, entre ellas el CIS y Televisión Española, como hizo ayer.

Con el anuncio de su continuidad España está más amenazada que nunca de una involución democrática. Solo el freno de la Unión Europea y una férrea defensa de los valores constitucionales por parte de la oposición pueden impedir la peligrosa deriva hacia la autocracia.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios