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Sánchez, ¿jefe del Estado?

El problema para él es que esta situación se está trasladando también al plano exterior

Viernes, 20 de junio 2025, 05:30

Comienzo con una pregunta que puede parecer retórica y que me tiene en un «sinvivir»: ¿Alguien me puede garantizar que el marido de Begoña no se proclama jefe del Estado un día de estos? Ya lo de menos sería si a título de presidente de la república o de rey. Todavía no he encontrado a un interlocutor que me responda de forma clara y rotunda que no o que eso es imposible. A lo más que ha llegado alguno ha sido a decirme que «eso es inconstitucional». A lo que yo respondo lo siguiente: «ya lo sé; pero también es inconstitucional que el Gobierno no presente su proyecto de Presupuestos Generales del Estado y ya lo ha hecho dos veces en esta legislatura y vamos camino del tercer año y, de momento, no ha habido consecuencias». Lo resumo: de momento no he encontrado a alguien que ponga la mano en el fuego por que Sánchez no vaya a hacer eso.

En el plano interno me quedo con la imagen de los ministros sanchistas y de sus diputados quemándose las manos de tanto aplaudir al presidente del Gobierno en su intervención del miércoles durante la sesión de control en el Congreso de los Diputados. Estas instantáneas van a pesar como una losa en el futuro de todos ellos. Me quedo también con el goteo diario de informaciones relacionadas con los casos de corrupción que nos ocupan desde hace un tiempo. La situación para el esposo de Begoña es más que complicada. El problema para él es que esta situación se está trasladando también al plano exterior, en el que nuestro no amado líder tenía puestas sus expectativas de cara al futuro. Y eso, salvo sorpresa de última hora, va a ser que no. Si hay algo que Pedro Sánchez ama y desea es el poder; en segundo lugar, lo que quiere de verdad es orientar sus pasos a ser alguien en el mundo, porque su segunda pasión es la política internacional. Y, en esta vertiente, ha comenzado a caerse su instalache.

Arrancó el The Times londinense con lo de teflón y el mafioso. Ayer, sin ir más lejos, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) se despachó diciendo que España no tiene una estrategia nacional contra la corrupción en el sector público, tal y como recomendó esta organización con sede en París en 2017. Ayer también, Sanchez trasladó a la OTAN que no se compromete con la exigencia de que España se gaste un 5 por ciento del PIB en Defensa, porque eso afectaría al Estado de Bienestar. Quiero imaginarme cómo van a recibirle los otros mandatarios en la Cumbre de la OTAN de los próximos días. Ha planteado una fórmula creativa para excluir a nuestro país de esta obligación. Ayer también se supo que la Fiscalía europea ha tomado cartas en otro asunto y ha imputado a Barrabés, el empresario de cabecera de Begoña, por irregularidades en contratos en los que está en juego dinero europeo. El cerco se va estrechando tanto en el interior como el exterior. La única ventaja de estar rodeado es que se puede «cargar» en cualquier dirección.

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