Un poco de sentido común

A veces hecho en falta un poco de sentido común. Primer caso: el berenjenal y la polémica en torno a si el PP ha hablado, o no, con los de Puigdemont sobre la amnistía y los indultos y la falta de respuesta clara y concisa de este grupo político a las críticas recibidas. Vamos a los resultados, y no entro en si está bien, o no, haber mantenido esos contactos. Y los resultados son los siguientes: los populares pueden haber hablado con los independentistas, pero desde luego no accedieron a lo que estos últimos planteaban, porque si lo hubiesen hecho, lo mismo estaban gobernando. Aquí, lo que está claro es que quienes ha dado el visto bueno a las peticiones que ha hecho el eurodiputado instalado en Waterloo, son Pedro Sánchez y los suyos. Y a las pruebas me remito, porque gracias a eso es hoy presidente del Gobierno. No creo que haga falta ser un gran estratega para repetir este mensaje, que es de sentido común, por parte de los populares. Pero vamos, que no hay manera de que lo hagan. O por lo menos a mí no me ha llegado.

Segundo caso: las protestas de los agricultores y ganaderos. Es un hecho evidente que hay problemas importantes y que por eso se han levantado, no solo en España, sino también en otros países como Francia, Italia, Grecia, Alemania, Polonia, Rumania o Bélgica. En el nuestro, este colectivo parece «el ejército de Pancho Villa», después de que desde el propio sector se haya cuestionado el papel desempeñado por las organizaciones agrarias reconocidas. A veces no se sabe muy bien quién convoca las protestas y tractoradas y tampoco están muy concretadas las reivindicaciones. El sentido común dice que alguien tendrá que ir a negociar con el Gobierno la salida a esta situación y, si no son los representantes actuales de las organizaciones agrarias, pues habrá que elegir a otros. Y también es necesario concretar las peticiones, que se podrían dividir entre las de corto plazo, a las que el Gobierno puede dar respuesta de un día para otro; las de medio plazo y las de largo. Eso sí, con unos calendarios muy definidos. Y una pregunta: ¿a quién beneficia la situación actual, con las huestes agrarias convertidas en el «ejercito de Pancho Villa»? Eso sin contar con que esta situación no se puede eternizar, porque pierde efectividad ante la opinión pública y los afectados-cabreados se multiplican.

Tercer caso: se suceden las dimisiones entre los altos cargos de la Administración encargados de gestionar «los dineros» correspondientes al Fondo de Recuperación de la Unión Europea (UE). Días atrás se ha conocido que el actual responsable ha dicho algo así como «hasta luego Lucas» y eso que no llevaba muchos meses en el puesto. Lo mismo hizo su predecesora. El sentido común dice que algo debe estar pasando ahí dentro, para que se sucedan estos hechos y, lo que es más grave, que nadie independiente entre los altos funcionarios quiera hacerse cargo «del marrón». ¿Por qué no se investiga?