El DLF: de Montoro a Montero
En 2025 trabajamos para Hacienda (entendida en sentido amplio) 16 días más que en 2024
Confieso mi pecado: nací vago y reivindico mi derecho a ejercer como tal, pero no se me arregla. Uno de mis lemas es el siguiente: «Soy tan buena persona que no madrugo para que Dios pueda ayudar a otros». Tengo una vasta colección de tazas, vasos, platos, azulejos y cachivaches diversos en las que se repite esta frase. Cuando me levanto a una hora prudencial, con el Ángelus, más o menos, salvo los sábados, cojo una taza para prepararme el desayuno y allí está esculpida la citada expresión. Este año, hasta el 18 de agosto me dan ganas de desayunar y volverme a la cama a seguir «pensando». Y ¿por qué hasta el 18 de agosto? Pues, muy sencillo, porque hasta esa jornada no va a llegar lo que se denomina el «Día de la Liberación Fiscal (DLF)». Dicho de otra manera, hasta ese momento estamos trabajando para la Hacienda de «Chusa» Montero. Y, claro, mientras tomo el primer café me hago la siguiente reflexión: «Total, si estoy laburando para Hacienda, como dicen en Argentina, cuanto más me tumbe a la bartola, pues mejor; ya llegará el momento del pico y la pala a partir del 19 de agosto, cuando todo vaya a parar a mi bolsillo».
¡Ojalá ese razonamiento fuese el correcto! Pero no. Los tiros no van por ahí. Todo lo anterior viene a cuento del informe hecho por la Fundación Civismo, publicado hace unos días y que ha pasado más desapercibido de lo que debiera. En el papel se afirma que «el Día de la Liberación Fiscal se retrasa hasta el 18 de agosto. Los españoles trabajamos 228 días solo para pagar impuestos». Con ser esto importante, lo es mucho más lo que viene a continuación: en 2025 trabajamos para Hacienda (entendida en sentido amplio) 16 días más que en 2024, cuando el DLF cayó el 30 de julio. Ahí es nada, dos semanas y dos días más de atraco fiscal. Eso supone, ni más, ni menos, que un aumento del esfuerzo fiscal del 7,5 por ciento en apenas un año. Y todo por obra y gracia, fundamentalmente del marido de Begoña y su recaudadora Montero, sin olvidar a Comunidades Autónomas, Diputaciones y Ayuntamientos, que todo suma.
Es un hecho contrastado que durante la época de «Chusa» Montero los impuestos y la carga fiscal han registrado las mayores subidas desde el advenimiento de la democracia. Pero esta tendencia a dar sablazos a los sufridos contribuyentes ya comenzó unos años antes, en 2012, con Rajoy y su recaudador Cristóbal Montoro, ahora en la picota por otra serie de motivos, y no buenos precisamente. Si bajamos de lo general a lo más cercano, nos encontramos con el siguiente titular de LA GACETA del pasado miércoles: «Los salmantinos pagan a Hacienda el doble de impuestos que hace diez años». Creo que ya está todo dicho. Ese periodo coincide justamente con el mandato de «Chusa» Montero y de «Cristobita» Montoro, que dejó establecido el camino. La diferencia entre una y otro es que «el popular» llegó al poder prometiendo bajadas de impuestos. «¿Quosque tandem abutere, Montero y Montoro, patientia nostra?».