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EN EL CENTRO DE LA DIANA

100-80-100

Nadie, ni siquiera los que tenemos la fortuna de disfrutar con nuestra ocupación, quiere trabajar más si puede trabajar menos

Sábado, 24 de mayo 2025, 05:30

No, no voy a hablar sobre las medidas perfectas que han tiranizado a la mujer durante décadas, aunque sobre ese tema habría mucho que decir.

100-80-100 es un modelo de reducción de jornada laboral que se probó en Alemania en el año 2023. Las 45 empresas que participaron en el proyecto piloto instauraron una reducción de la jornada laboral al 80 %, manteniendo el 100 % de salario y buscando el 100 % de rendimiento. Para ello se realizaron ajustes de organización -por ejemplo, en la duración de las reuniones de trabajo- y se incorporaron herramientas digitales. Finalizada la prueba piloto, el 73% de las empresas participantes decidió mantener la reducción de jornada ante los resultados: la productividad no solo se mantenía, sino que incluso mejoraba, y los empleados manifestaban una mejora sustancial en su calidad de vida.

Curiosamente, en España no se está hablando mucho de la ley de reducción de la jornada laboral que ha llegado estos días al Congreso, a pesar de afectar a más de 21 millones de trabajadores. Tal vez porque otros asuntos nos tienen más ocupados -Eurovisión, filtraciones de WhatsApp, etc-. O tal vez porque sencillamente no creemos que llegue a ser realidad. Puede ser la misma percepción que se tuvo cuando hace años alguien planteó eliminar la jornada de la mañana del sábado o la tarde del viernes.

Nadie, ni siquiera los que tenemos la fortuna de disfrutar con nuestra ocupación, quiere trabajar más si puede trabajar menos. En un momento en que nos faltan horas al día para abordar todas nuestras obligaciones, la perspectiva de una mayor eficiencia y una menor jornada laboral suena a música celestial. Pero lamentablemente, la propuesta llega envuelta de polémica y condicionada por factores que nada tienen que ver con el fondo de la cuestión. La imposición de la reducción de la jornada laboral, diametralmente opuesta al planteamiento voluntario de Alemania, vaticina muchas posturas en contra de las mismas empresas que tendrán que aplicar la ley, que reprochan que no se las haya escuchado antes. Las pequeñas y medianas empresas temen un incremento de costes que no podrán asumir y las llevará al cierre en muchos casos. De los autónomos ni hablamos, porque simplemente la idea de trabajar menos horas -igual que la de disfrutar de una baja por enfermedad- suena a chiste.

Con todo lo dicho, ahora se abren tres incógnitas. La primera, si la ley finalmente saldrá adelante en el Congreso, visto el posicionamiento de los partidos políticos que, por otra parte, ha sido absolutamente previsible. La segunda, si llegara a progresar, su grado de aplicación real en las empresas. Y la tercera, y creo que la fundamental, ¿qué haríamos cada uno de nosotros con ese regalo de dos horas y media libres a la semana? ¿Seríamos capaces de transformarlas en bienestar? ¿Las emplearíamos con la familia y los amigos, con hábitos saludables, haciendo deporte, leyendo, cultivando aficiones y creciendo personalmente? A ver si después de tanto lío solo conseguimos más tiempo para dedicar a las redes sociales y ver series…

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