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Lo nefasto privatiza

¿Qué sucede si el servicio público no satisface a los ciudadanos? Simple. Se van a lo privado los que pueden permitírselo

Lunes, 1 de septiembre 2025, 06:00

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Lo privado no gusta. Para muchos suena a malo, a fachosfera, a derecha, a señoritos, a pijos… Pero lo que no dicen es que el sector privado es aquel al que se abraza la sociedad española cuando los servicios del Estado hacen agua y no llegan, pese a que se paguen los impuestos religiosamente.

Solo hay que hacer un repaso en el día a día de un ciudadano medio para darse cuenta de que confiar y creer en lo público es un acto de fe en muchas ocasiones. Lo de Correos es un claro ejemplo. Un gigante nacional con una gran plantilla que gestionada desde el abandono y la desidia ha visto cómo le adelantan por la derecha cualquier empresa de paquetería. ¿Cómo puede ser que una empresa privada como Amazon sea mil veces más eficiente que Correos con toda la plantilla, infraestructura y presupuesto del que dispone? Yo ahora confío más en que mi pedido de Amazon llegará a tiempo que en muchas personas de mi entorno. Los datos apuntan a que en España trabajan 28.000 personas en Amazon, según la compañía, mientras que en Correos la cifra se va casi al doble con 53.000. No sé. Evidentemente, habrá diferencias de volumen de trabajo, pero cómo es posible que la mayoría de los problemas de retrasos e incidencias que conozco se den en uno de los dos lados de esta dicotomía y son los que visten de amarillo.

Otra circunstancia de lo más cotidiana para el común de los mortales: la televisión. Los niveles de prestigio y cariño a RTVE están en mínimos históricos y es que se ha manoseado tanto su línea editorial que la audiencia ya no lo soporta. Es cierto, que en líneas generales las televisiones tradicionales pierden terreno frente a otros formatos, pero es que la separación del ciudadano de su televisión pública es de dimensiones bíblicas. No hay que olvidar que gran parte de la sociedad española aprendió a ver la caja tonta con TVE y ahora parece que no se conocen espectadores y RTVE. Por muchos millones de euros que se inviertan en programas galácticos, el espectador con el mando dicta sentencia. Lo de poner a caras afines en la televisión pública ha sido una práctica habitual de cualquier Gobierno en democracia, pero con la que está cayendo ver o escuchar determinadas tertulias es recibir una descarga eléctrica mientras que se busca el mando para cambiar de canal. Todo el mundo se quejó de que a Bárbara Rey le pusieran un programa de cocina por su silencio de alcoba, pero es que en la actualidad hay muchos que tienen sus minutos y horas de gloria en la cadena de todos por defender lo indefendible.

¿Qué sucede si el servicio público no satisface a los ciudadanos? Simple. Se van a lo privado. Solo hay que ver las audiencias y el éxito de las plataformas de pago. El personal prefiera pagar por ver una serie de unos ganaderos de EEUU que programas en los que se quitan el turno de palabra para ver quién llama más veces guapo a Pedro Sánchez.

Entonces, ¿está privatizando el Gobierno servicios que tradicionalmente eran públicos? Pues en realidad sí, ya que el uso partidista de los recursos y una mala gestión generalizada hace que las empresas públicas no cumplan su cometido y se conviertan en mastodónticos presupuestos inservibles.

Ni que decir tiene que la sanidad española es un ejemplo a nivel mundial desde el punto de vista de los profesionales, pero en organización y recursos el nivel baja espantando a los que pueden permitírselo a los seguros privados. Los trenes son una calamidad y el ciudadano prefiere gastar y contaminar más en su coche particular que encomendarse a la providencia del ferrocarril sin saber si acabará en un descampado o en su lugar de destino.

¿Alguien gestiona bien lo público?

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