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Opinión

Lecciones olímpicas

Ana Peleteiro y Enmanuel Reyes Pla. Tienen el mismo color de piel y defienden a España en los Juegos, pero ella cae mal y él muy bien

Miércoles, 7 de agosto 2024, 06:00

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En verano también se pueden aprender muchas cosas. Lo habitual es hacerlo durante el curso escolar, pero en periodo estival cada cuatro años llegan los Juegos Olímpicos, escaparate sociológico mundial que nos muestra cómo está este planeta y sus diferentes culturas, razas, religiones y demás. Está todo bastante revuelto y es que hay cada cabeza pensante por ahí que da miedo.

De inicio, lo que vimos en la ceremonia inaugural es que París, aunque sea con lluvia, es una ciudad espectacular, pero a alguien se le fue de las manos con la representación versión Drag Queen de la obra religiosa «La última cena», de Leonardo da Vinci. Es de primero de evento progre, woke y molón. Ahora no puede faltar una falta de respeto a un colectivo conservador, y si es mayoritario mejor que mejor. Se genera el debate, la polémica, la defensa de que es arte transgresor y demás tonterías, pero el católico se come la humillación sí o sí. Además, que se tiene que callar preguntándose la causa de que no haya arte transgresor con otras religiones. Es curioso que el arte provocador y valiente siempre tenga el punto de mira en la religión cristiana. Con Mahoma el artista se lo piensa dos veces.

Novak Djokovic fue uno de los muchos cristianos, en su caso ortodoxo, a los que no les sentó bien la representación de «La última cena» 'inclusiva'. Se llevó el oro y se lo agradeció a Dios mirando al cielo de París. La pena es que ganó a Carlos Alcaraz, pero ese triunfo alegró a muchos cristianos en todo el mundo. No hay venganza en el cristiano, pero sí se puede celebrar una victoria como uno quiera y el serbio sabía que, simbólicamente, arrancaba muchas sonrisas en muchos rincones del planeta. Libertad de expresión artística y libertad religiosa. Empate.

Otra de las lecciones de los juegos olímpicos es que el color de la piel no debe importar para que alguien caiga bien o mal. Lo hemos visto con Ana Peleteiro y Enmanuel Reyes Pla. Tienen el mismo color de piel y defienden a España en los Juegos, pero ella cae mal y él muy bien a miles de españoles. La atleta gallega además se ha llevado una cascada de 'zascas' en los últimos días con triunfos de atletas blancos sobre negros, después de que hace tiempo hiciera unas polémicas declaraciones al respecto. «Es que en atletismo los negros corremos más. El pobrecito blanco que corre los 100 metros es como cariño, no vengas», dijo en una entrevista. Ya ha tenido que pedir perdón, pero el personal se la tiene guardada. En cambio, el boxeador cubano que defiende los colores de España se llevó una medalla y con su simpatía se ha ganado a los españoles.

Seguimos con el boxeo. Con la polémica de las 'boxeadoras/es» Imane Khelif y Lin Yu-ting está la Asociación Internacional de Boxeo (IBA), que dice son biológicamente «hombres», de ahí que nos las dejara competir en el mundial de boxeo de 2023. Pero por otro lado aparece el Comité Olímpico Internacional (COI) y defiende que han pasado las pruebas y que pueden competir contra mujeres. Yo, a simple vista, lo que percibo es que dan mucho miedo en el ring, pero más pánico generan las feministas que solo defienden a las mujeres que a ellas les viene bien.

Por último, la cita olímpica ha puesto de manifiesto que tenemos un problemón con Marruecos más grande de lo que nos pensamos. Es un tema complejo el de la inmigración, donde el delincuente se camufla junto a víctimas vulnerables, pero como dejemos para el final este tema nos pillará el toro y suspenderemos. Toneladas de odio y resquemor pudimos ver en el partido de las semifinales de fútbol. Nos detestan. No sé cuál es la solución, pero como sigamos así la cosa empeorará seguro.

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