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Hacerse el sueco, de moda

¿Pero cómo nos van a quitar esa expresión si en este país todo el mundo se hace el sueco? El presidente del Gobierno, el primero

Lunes, 16 de junio 2025, 06:00

Desde que tengo uso de razón siempre he leído y escuchado cómo nos hemos comparado como país con las naciones nórdicas. Siempre hemos querido ser como ellos por sus sociedades avanzadas en las que no hay delincuencia, todos son rubios, guapos, ideales, con casas muy chulas y en lo único que nos envidian es en el sol. Evidentemente, por nuestro ADN Mediterráneo nunca seremos como ellos por millones de diferencias culturales insalvables. Eso sí, hay una cosa en la que somos vikingos e hijos de Odín de toda la vida: en hacernos los suecos. Es tal nuestro nivel de lavarnos las manos en este sentido que hasta Suecia ha tomando cartas en el asunto.

«Fingir que no se entiende o no se sabe para evitar responsabilidad o compromiso», esa es la definición, según la RAE, de la expresión «hacerse el sueco». Una frase popular que, ahora, la embajada de Suecia en Madrid ha pedido cambiar su significado a través de un comunicado, dirigido a los españoles: «¿No tendría más sentido que el significado de esa expresión fuera para algo más sueco? Quizás para llamárselo a las personas que cuidan y se preocupan por el planeta», se pregunta el embajador de Suecia en España, Per-Arne Hjelmborn. Este diplomático ha lanzado la campaña #haztelsueco. Un movimiento que consiste en fomentar el cambio de la expresión popular hacia una tendencia positiva. Esta iniciativa se ampara en las actitudes que tiene, por norma general, la población sueca a favor del cuidado del medioambiente, por ejemplo.

Puede tener razón el bueno de Hjelmborn, pero no le veo ningún tipo de posibilidad de que su campaña prospere viendo el panorama actual. Hacerse el sueco en España es deporte nacional. Es tan nuestro que arrancar esa raíz cultural tan española es misión imposible. Pero cómo nos van a quitar esa expresión si en este país todo el mundo se hace el sueco. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es el máximo representante de silbar y mirar para otro lado, cuando en las cenas de Nochebuena su mujer y su hermano discuten sobre juicios, indicios, abogados, imputados, investigados... El bueno de Pedro se hace el más sueco de todos cuando en aquel famoso Peugeot le acompañaban Santos Cerdán, Koldo García y José Luis Ábalos y ahora no les conoce. «Así de vista, lo mismo me suenan…», dirá Pedro Sánchez.

Hay también miles de socialistas que se hacen los suecos, pero en la mayoría de los casos estos lo hacen por supervivencia. Ojos que no ven, corazón que no siente. Miran para otro lado con el afán de no darle vueltas a en manos de quién ha caído el partido que han defendido toda su vida.

Hacerse el sueco es una expresión española de toda la vida, pero es que ahora está más de moda que nunca. Qué mal momento ha elegido el embajador de Suecia en España, Per-Arne Hjelmborn, para iniciar esta campaña. El PNV, los independentistas, Podemos y Sumar también se agarran a esta tendencia de silbar y mirar para arriba mientras que aparece en la televisión el enésimo escándalo de corrupción. Después estamos muchos como yo que nos escandalizamos por la deriva que está adquiriendo este país a golpe de corrupción, pero lo que más me sorprende de todo es que esto solo nos enfada a cuatro gatos o esa es la sensación que me persigue cada día. Tampoco les culpo y es que mucha gente piensa como yo, pero decide hacerse el sueco para ser más feliz y en el fondo tienen razón. ¿Y si somos inmunes ya a la corrupción? ¿Y si hemos entrado en un bucle progresista del que no hay otra salida que no sea ser la Venezuela europea? Lo fácil es hacerse el sueco. Mi amigo Hjelmborn lo tiene crudo.

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