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El pedir perdón es uno de los gestos más nobles que tiene el ser humano. Equivocarse es casi obligatorio para cada persona, pero el reconocer que se ha metido la pata solo está al alcance de algunos virtuosos. Estos días se ha hablado mucho de pedir perdón, de admitir errores y de entonar el mea culpa. La presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, no ha invitado al rey Felipe VI a su ceremonia de investidura, que tendrá lugar mañana, porque el monarca no respondió a la carta del actual mandatario, Andrés Manuel López Obrador, para pedir perdón por la conquista.
Sí, la tontería es suprema, pero es que la primera mujer presidenta de México confunde, como muchos, el ser de izquierdas y tener sentido común. Evidentemente, ya han salido todos los zurdos ideológicos a aplaudir esta aberración con tal de parecer lo más modernos y de izquierda posible. En este cada vez más insoportable mundo woke, donde es más importante la imagen de ciudadano enrollado del mundo que proyectas a lo que realmente eres, ya no cabe un descerebrado más por metro cuadrado.
Pedir perdón es un gesto admirable, pero en su justa medida. No es de recibo que España tenga que disculparse por su pasado colonial. Es de primero de persona con dos dedos de frente saber que hay hechos históricos que no se pueden juzgar con la mirada del hoy. Por esa regla de tres, el planeta entero debería estar ahora mismo disculpándose y es que son miles de años de mamporros de todos los colores. Llevamos toda la vida matándonos unos a otros, ya sea con una piedra en una caverna o haciendo explotar un busca en el bolsillo.
Lo de la leyenda negra de la conquista de América de España es una estupidez que ya cansa. España dejó un legado cultural inigualable al otro lado del Atlántico y millones de personas lo agradecen, pero como los españoles también somos conscientes de todo lo que nos dejaron en nuestro territorio fenicios, celtas, cartagineses, romanos, visigodos, árabes…
Cuando los árabes conquistaron la península, no lo hicieron entrando en cada casa pidiendo por favor que les dejaran ocupar este territorio. No les exigimos un perdón, sino que disfrutamos de los monumentos que nos dejaron, su arte y su influencia en nuestra cultura. Tampoco exigimos a Italia que se disculpe de forma oficial por el paso de los romanos por España. Me gustaría ver a Claudia Sheinbaum velando por los derechos de los trabajadores que levantaron el acueducto de Segovia o a Yolanda Díaz repasando los registros horarios de los trabajadores de la ETT que construyó el teatro romano de Mérida. Desconozco el dato, pero me temo que no tenían la jornada de cuatro días que se quiere aplicar ahora. No necesitamos perdonar a los italianos, sino que les agradecemos su legado patrimonial en nuestro territorio.
Pero vamos, que viendo la lista de invitados a la investidura de Claudia Sheinbaum, el dress code del perdón se lo van a saltar unos cuantos dictadores, sátrapas y jetas de diferentes pelajes como los Lula, Petro, Putin, Maduro y compañía.
El periodista mexicano Carlos Loret Mola ha dicho estos días: «Con una recesión económica en puertas, con un Sinaloa incendiado por una guerra entre narcos y resulta que nos peleamos con España, ya está muy desgastado ese recurso, ya lo reciclaron». ¿No les suena esta historia? Que veo que el tema se me va de las manos, pues tiro del recurso manido de la España colonial. Es la versión mexicana de cuando Sánchez saca a Franco a la palestra cuando está el gallinero revolucionado. Los caraduras son iguales a ambos lados del Atlántico.
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