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Choza y papeo: básicos

El que toque la tecla de asegurar un buen catre donde dormir y un rancho de comida decente tendrá a millones de seguidores

Lunes, 15 de septiembre 2025, 07:50

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La inmensa mayoría de los mortales se ha creado un caparazón para sobrevivir en este mundo. Esta armadura sirve para pasar el día sin que te hierva la sangre por una decisión política, una frase de un diputado, un atentado en una ciudad cuyo nombre es difícil de pronunciar, una guerra en el otro confín del planeta o cuando aparecen los datos de pobreza infantil extrema en África. El mensaje se recepciona en nuestro cerebro, pero tenemos un cierto grado de insensibilidad que hace que nos resbale por otro sitio que no es el alma.

Eso sí, hay situaciones que ya no se producen en un país lejano, sino que afectan a nuestro día a día. En ese escenario es cuando saltamos con uñas y dientes. Nos quitamos el escudo de pasotismo y comienza el activismo. Los precios y el coste de la vida sí que nos sacan de nuestras casillas. El bolsillo es el botón que moviliza al personal. Y en Salamanca se nota más. La vida se está encareciendo más rápido para los salmantinos que para la mayoría de los españoles. Por cuarto mes consecutivo, el pasado agosto Salamanca se situó entre las provincias con mayor incremento del Índice de Precios de Consumo (IPC) del país. En este mes en concreto, con una subida del 3,3 %, la misma que en julio, solo en Castellón y Ceuta fue superior, según los datos publicados este viernes por el Instituto Nacional de Estadística.

Uno puede abstraerse de los problemas que hay en el mundo pensando en que voy a ver si soluciono primeros los míos… Pero cuando llega la hipoteca o el ticket de la compra es cuando uno deja su escudo en el suelo y saca su lanza en posición de ataque.

La inflación es una asesina de lo más letal, ya que no la ves, no la notas y no sabes dónde está, pero va limando tu calidad de vida con resultados devastadores. Con lo de la comida hemos entrado en un peligroso juego en el que lo cotidiano es un privilegio. Eso es gravísimo.

Comer bien y tener un techo seguro siempre fueron las bases mínimas de una vida digna. Sin embargo, hoy asistimos a un escenario en el que llenar la nevera y pagar el alquiler se ha transformado en un desafío para una gran parte de la ciudadanía.

Si el personal tenía eso cubierto no había problema, ya que soñar con una segunda vivienda en la playa o cambiar de coche de forma más asidua debajo de un techo seguro no es tan grave. Lo crudo es cuando te matas a trabajar y el cobijo y las viandas no están aseguradas.

La subida de los precios de la alimentación y de la vivienda no es un fenómeno aislado, sino la expresión más visible de un sistema económico que se ha desconectado de la realidad de la gente.

En el caso de la alimentación, el alza de los precios es un agujero negro en el que nos perdemos todos cuando vamos a hacer la compra. Guerra en no sé dónde, la peor sequía en 1.500 años, la subida del coste energético, el famoso intermediario -que será multimillonario si de verdad se lleva todas esas comisiones-, el agricultor que no cubre gastos... ¿Dónde está el problema?¿Por dónde se va el dinero?.

En la vivienda el panorama también es desolador y va en un efecto dominó generacional afectando hasta al apuntador. Los jóvenes no se pueden ir de casa y amargan la jubilación a los padres. Cuando te puedes mudar, casi no te quedan años de vida para pagar la hipoteca y te has tenido que ir a vivir a otro huso horario diferente al del centro.

Cuando llegas a jubilarte y deberías estar libre de cargas, todavía estás con la hipoteca a cuestas. Ahora que el mundo está polarizado y revuelto, el partido que toque la tecla de asegurar un buen catre donde dormir y un rancho de comida decente tendrá a millones de seguidores, aunque el resto del planeta se vaya por el precipicio. Eso no nos afecta.

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