Bulos por doquier
A toda esta estupidez humana en su máximo esplendor le sumamos la tecnología y la bomba de relojería es de dimensiones bíblicas
Mi teoría de que estamos en este planeta de prestado cada vez gana más enteros. Por mucho que nos parezca que somos el ombligo del mundo la raza humana tenemos mucha tontería encima. ¿Se han dado cuenta de que la época en la que más información pasa por nuestras manos es cuando más desinformados estamos? Es de lo más curioso. En siglos anteriores lo que ha condenado a las sociedades era la falta de conocimiento, mientras que ahora, que parece que lo sabemos casi todo, estamos más perdidos que un pulpo en un garaje. Evidentemente, la clave es poner filtros para saber qué es verdad y qué son bulos y para ello este diario y los profesionales que trabajan en él son el mejor vehículo para viajar a la verdad.
Un ejemplo. Este fin de semana la jefa del servicio de Medicina Preventiva del Hospital de Salamanca, Ana Haro, tiene que salir en este periódico desmintiendo bulos sobre la gripe y las vacunas. «La vacuna de la gripe no puede provocar la enfermedad porque usa un virus inactivado. Es bulo», indica tajante, mientras que añade que «la inmunidad de esta vacuna dura unos seis meses, por lo que cubre toda la temporada». También aclara que hay unos efectos secundarios que pueden ser síntomas que duran entre 12 y 48 horas sin necesitar ningún tipo de tratamiento. Es decir, muy leves. Pues a esto hemos llegado. Los profesionales, en su mayoría sanitarios, además de realizar sus labores deben combatir la desinformación y los bulos que circulan sobre sus áreas de conocimiento. Lo terrible es que hay a personas que no les salta de ojo leer estupideces como que las vacunas provocan autismo, que hay una asociación entre la administración de la vacuna contra la hepatitis B y la esclerosis múltiple o que ponerse dos vacunas a la vez es peligroso.
Esto ya ocurría, pero desde que el coronavirus nos movió la silla a todos y tuvimos unos meses para darle bien al coco, toda esta locura de bulos y conspiraciones han crecido de forma exponencial. Hay cada tarado en redes sociales… Cuidado, que en este ámbito yo culpo tanto al que se inventa estas trolas como el que se las cree. Creo que por suerte ya hay un cierto nivel formativo en la sociedad para no ser un memo y comerte esas tonterías.
Si a toda esta estupidez humana en su máximo esplendor le sumamos la tecnología, la bomba de relojería es de dimensiones bíblicas. Se ve cada imagen creada por inteligencia artificial de lo más realista… Lo que parece inofensivo lo ve una señora en su Facebook y lo expande como la pólvora en la peluquería o el marido en la partida con los amigos, sujetos que a su vez se llevan el virus de la desinformación a casa y así sucesivamente. Por cierto, los mentirosos están de enhorabuena, ya que les pueden enseñar un vídeo de ellos haciendo cualquier fechoría y te dicen tan tranquilos que eso es inteligencia artificial y siembran la duda en el otro interlocutor.
Esto parece que es una murga que damos los que nos dedicamos a la comunicación, pero es de lo más peligroso. Un claro ejemplo ha llegado este fin de semana con el pobre Guillermo Fernández Vara, expresidente de Extremadura. En un primer momento su familia tuvo que desmentir que había fallecido como se indicaba en las redes sociales, aunque por desgracia la triste noticia se confirmaba horas después. Esto es gravísimo. Que un bulo se refiera a que el enésimo novio de una polioperada de un reality la ha puesto los cuernos, y en realidad no ha sido así, pues me importa poco, aunque no deje de ser una desinformación. Pero que en temas serios y dramáticos la desinformación sea protagonista me molesta y me preocupa.