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Se cumplen cuatro años del inicio del confinamiento. Sí, ese momento a caballo entre surrealista y dramático que todos vivimos, aunque algunos de un modo diferente a otros. El común de los mortales estábamos preocupados por nuestras familias, por nuestros seres queridos y por adaptarnos al teletrabajo, además de, claro está, tener el suficiente papel higiénico para sobrevivir a un holocausto nuclear. Esta es una de las mayores subnormalidades como españoles que hemos hecho en más de 20 siglos y mira que tenemos un historial delicado con muchos errores.
Todo esto hablo del común de los mortales y es que hubo algunos, por no decir muchos (cada vez se van conociendo más), que hicieron su agosto. Saben aquello que de las crisis salen oportunidades de crecimiento, pues Koldo, Ábalos y compañía sacaron todo su ingenio para de un modo infame y denigrante aprovechar la que estaba pasando el país para ganar dinero a toneladas. Eso no es ser listo, eso es tener la brújula moral caída en el fondo del Triángulo de las Bermudas. Eso es de ser repugnante.
Saldremos mejor. Decían a modo de eslogan que nos colaron como el resistiré o los aplausos a las 20.00 horas. Qué bien nos portamos como sociedad y qué lección de civismo le dimos al Gobierno. En mi encierro, al igual que el resto de los españoles, acumulé mucho tiempo para pensar y una idea clara rondaba mi cabeza. Menos mal que el PSOE y Pedro Sánchez estaban al frente del Gobierno. De lo contrario, me temo que todo hubiera acabado en guerra civil y no en estado de alarma sino en estado de sitio. La izquierda más extremista aliada con el PSOE estaba el ajo y eran ellos a los que les tocaba imponer toques de queda, encerrarnos a todos en casa y tomar decisiones que limitaban nuestros derechos como ciudadanos.
Me alegré en varias ocasiones de que el PP no estuviera en el Gobierno durante la pandemia. Si esas medidas las tiene que firmar algún presidente de los populares habrían ardido las calles. Si el sacrificio del pobre Excálibur con el ébola casi nos cuesta el estado de bienestar, imagínense que la derecha impone un toque de queda fascista y demás lindezas. Alguno hasta chuparía barandillas para intentar demostrar que era una trama oculta del PP y de los hijos del franquismo para volver al régimen. No tengo pruebas, pero tampoco dudas de que aquello hubiera sucedido así.
¿Qué hemos aprendido tras la pandemia? Poco como país y algo como individuos. A título personal valoras mucho más algunas cosas, sin querer tiendes a alejarte del centro de las ciudades y no te obsesionas tanto con el futuro a largo plazo. Nos hemos dado cuenta de que 'dos o tres casos' de la enfermedad que sea pueden acabar en pandemia mundial y con un histórico confinamiento en el que 6.000 millones de personas estábamos metidos en nuestras casas.
Aquello del coronavirus no se nos olvidará jamás, pero es que estoy convencido de que nos pasa ahora de nuevo y nos vuelve a suceder lo mismo. Tendríamos los mismos problemas de suministro de material y saldrían otros Koldos de la vida a llenarse el bolsillo. En las situaciones límite es donde se ve a la perfección quién deja pasar a las mujeres y a los niños primero en las barcas del Titanic y quién dice al del control de acceso 'no sabes quién soy yo'. En la próxima pandemia seguiremos acumulando papel higiénico y levadura como para un bautizo y es que tropezaremos una pandemia tras otra sin remedio. Somos así. Demasiado que este planeta sigue abierto.
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