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Médicos fumando en consultas, salitas de fumadores en los hospitales y en los aviones, vecinos que se alumbraban un puro en un ascensor minúsculo, profesores cigarro en mano en clase en 5º de EGB (fui la última generación de la EGB antes de la llegada de la ESO), pitillos por doquier en bares y discotecas, robos adolescentes de ducados y fortuna en busca ser mayor cuando en realidad firmabas por una adicción de por vida, se vendían cigarros sueltos en los quioscos y el personal se conformaba con un 'pero no fuma mucho…', dando por hecho que el consumo de tabaco era algo hasta normal.
Esta era mi adolescencia, unos años en los que hasta los recuerdos huelen a tabaco. Ahora, unas décadas después, lo veo como algo prehistórico y con la sensación de que se le está ganado la batalla a este vicio tan español y tan nuestro que parecía imposible derrotarlo. La Asociación Española contra el Cáncer salió el otro día a la calle con motivo del Día Mundial sin Tabaco y nos mostraron una radiografía 'esperanzadora' en la lucha contra el tabaco. Los datos también invitan a la esperanza porque ya hay más exfumadores que fumadores. En concreto, 66.000 salmantinos han dejado de fumar, frente a los 52.000 que lo hacen a diario, y otros casi 6.000 que fuman esporádicamente. Todavía queda una isla de 160.000 salmantinos que, directamente, nunca han sido fumadores.
Por suerte, estoy entre esos 66.000 que ha dejado de fumar, aunque a la inmensa mayoría de ellos le vendrán los fantasmas de la recaída como al que firma este artículo. Hay que ser fuerte. Es una de las mejores decisiones que he tomando en mi vida, y lo he hecho varias veces, y es que hasta el mejor escribano tiene un borrón.
Mi salud ha mejorado considerablemente desde que eliminé el cigarro de mi vida, algo que en su momento pensé que era imposible. La mente del ser humano es tan poderosa como impredecible. He recuperado sentidos como el gusto y el olfato y respiro bastante mejor. Eso sí, te llegan unos kilos de más sin haberlos pedido, pero son de lo más saludables, ya que prefiero renunciar a algo de figura (se puede recuperar con dieta y ejercicio) que volver a caer en las garras del humo.
Insisto en que estamos ganando esta batalla al tabaco. Si al principio de esta columna describía unos años 90 difuminados por un denso humo, en la actualidad cada vez es menos habitual ver a alguien fumando. En mis últimos días de fumador (espero que esta vez sea la definitiva), si salías de casa sin un mechero era misión casi imposible que alguien por la calle te auxiliara ayudándote para encender un cigarro y cuando lo conseguías, se entablaba la ya mítica conversación de que ya no queda nadie que fume en esta ciudad. En peligro de extinción.
De todos modos, como no podía ser todo de color de rosa, ahora hay que tener en cuenta la irrupción del vapeo y la falsa creencia de que es un método 'sano' de fumar. Los pecados de juventud los hemos tenido todos…
A los 52.000 salmantinos que fuman a diario todavía solo les diría que se suban el sueldo, que lo necesitan con lo cara que está ahora la vida. Al que fuma un paquete diario se le van por el humo unos 2.000 euros al año, que si lo divides en mensualidades te salen unos 167 euros limpios de subida de sueldo.
Venga, no seáis tímidos. Subíos el sueldo, que os lo merecéis. Está en vuestra mano.
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