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Estamos sitiados

Viernes, 17 de mayo 2019, 05:00

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Suena el teléfono a una hora intempestiva: “buenos días, soy de Seguros Santa Lucía, ¿con quién hablo por favor?”. Mi respuesta: “hola, usted sabrá a ... quién está llamando”. El diálogo de besugos sigue: “¿puede ser usted César?”, a lo que respondo que “sí, soy César”. La cosa continúa: “le llamo para ofrecer una mejora en el seguro de salud que tiene”. Llegados a ese punto el que pregunta soy yo: “muy bien, muchas gracias, pero ¿cómo sabe usted mi número de teléfono y cómo sabe que tengo seguro de salud?”. Un momento de silencio al otro lado del teléfono y luego, “bueno, mire, antes de continuar con nuestra conversación, tengo que informarle de la normativa en materia de protección de datos en virtud de la cuál esta conversación puede ser grabada y tal y tal...” En aras de la buena educación aguanto pacientemente toda la retahíla y, cuando acaba mi interlocutora con ella (la pobre bastante tiene con hacer su trabajo) y antes de que comience la oferta, planteó como puedo la siguiente reflexión: “en aras de la Ley de Protección de datos exijo saber cómo tiene su empresa mi número de teléfono, que dispongo de un seguro de salud y quién es el responsable de haber facilitado esas informaciones, porque creo que se ha vulnerado el derecho a la protección de mis datos personales”. Silencio sepulcral y, luego, un nuevo intento de colocarme su producto...

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