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Estamos rodeados, luego venceremos

Martes, 23 de febrero 2021, 04:00

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EN los últimos tiempos, cuando se habla casi a diario de esa enfermedad de pandemia que es la COVID-19 y que nos ha cambiado ... la vida sin remedio, solemos olvidar que hay otros males distintos que amenazan la salud de millones de personas. Entre ellos, uno de seis letras que cuesta lo indecible pronunciar: el cáncer. El otro día, así, de sopetón, Julia Otero anunció que le había tocado el suyo en esta feria de la existencia. Reservada como siempre ha sido, dio pocos datos y solo alertó sobre unas “células egoístas” (como las llama el doctor López Otín). Seguramente sabía que, aunque fuera dando la mínima información posible, le tocaba compartir su propia mala nueva, porque así lo requiere la exposición pública. Desde ese momento y hasta ahora, la lluvia de cariño que ha recibido por parte de todos en las redes (a sumar al de su familia, sus amigos, sus compañeros y sus jefes) ha sido tan abrumadora que estoy segura de que la habrá llenado de fuerza. Y la va a necesitar porque el cáncer no es ningún paseo militar ni aunque se enfrente en las mejores condiciones y acompañada por un regimiento de incondicionales. Celebrando lo acompañada que, por suerte, estará Julia en este trance, no dejo de pensar en tantos hombres y mujeres que han de hacerlo también, pero sin nadie que les explique, les coja de la mano y les consuele: solos. Este pensamiento fue el que me hizo crear uno de mis personajes de novela, Blessing, una joven prostituida nigeriana a la que una chapucera operación de cáncer de mama le cuesta la vida y no por la enfermedad, sino porque la convierte en material inservible para la prostitución.

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