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La conclusión es que todo lo que moleste a Sánchez y a la ultraizquierda comunista o separatista es bueno para España. Partiendo de esa premisa, digamos que la vuelta de Don Juan Carlos debe de tener sin duda beneficios para nuestro país, porque la panda progubernamental no ha dejado de ladrar e insultar desde que se supo que el mal llamado emérito regresaba al país al que trajo la democracia y salvó de un golpe de Estado.

Tomemos como ejemplo lo dicho por un colega de los que se sientan junto a Sánchez en el Consejo de Ministros, el titular de Consumo y coordinador federal de la comunista Izquierda Unida. El mismo que hace subir el pan cada vez que abre la boca. Ayer el bocazas Garzón llamó a Don Juan Carlos “delincuente acreditado” y aseguró que “toda España sabe que esa persona es un ladrón”.

A este ciudadano, imprescindible para nuestras vidas, cuya labor tanto bien ha hecho a los mercados, a los ganaderos, a los viticultores y a los consumidores en general, habría que recordarle un par de cositas sobre sus compañeros de la ultraizquierda y sus relaciones con la delincuencia. Entre la tropa comunista bolivariana la lista de delitos es larga como la coleta que se cortó el líder supremo: los tenemos que disfrutan becas ‘black’ y otros que pagan en negro a la criada; las hay también que entran en pelotas en las iglesias para ofender a los creyentes, junto a traficantes de drogas, conductores a la fuga, colaboradores necesarios en casos de prostitución de menores, malversadores de caudales públicos, destructores de pruebas telefónicas, autores de atentados contra las fuerzas del orden, parejitas con niñeras pagadas con dinero público, sobresueldos opacos en la cúpula del podemismo y financiación ilegal de un partido sufragado por los sátrapas iraníes o venezolanos. Hay para elegir.

El Rey Juan Carlos, ha evadido impuestos, la mayoría de los cuales ha acabado pagando religiosamente, pero no ha robado a los españoles que sepamos. Recibió suculentas comisiones de sus amigos árabes y no las declaró, lo cual está muy mal y merece un alto grado de censura, y más tratándose del Rey, pero robar, robar, es lo que hacen Garzón y sus compañeros en el Gobierno sanchista, que nos están atracando a impuestos para saciar sus ansias derrochadoras.

Robar es lo que hacían los compañeros de partido de Sánchez, que afanaron setecientos millones de euros destinados a pagar a los parados andaluces para sufragar todo tipo de fiestas y disfrutes. Y, al contrario que el Rey, ni Griñán, ni Chaves, ni Magdalena Álvarez han salido corriendo hacia el exilio. Ni siquiera han pisado la cárcel, y eso que estamos ante el mayor y más cuantioso escándalo de cuantos ha producido la corrupción en cuarenta y cinco años de democracia. Un caso ante el que palidecen las andanzas de los gúrteles y los villarejos. Pero claro, tratándose de delincuentes socialistas, hay que respetar su presunción de inocencia y perdonarles, o indultarles.

Garzón ataca al Rey Juan Carlos porque no puede ir directamente contra Felipe VI. Su objetivo, como el de toda la chusma podemita, separatista y golpista, es acabar con la democracia en España, romper la nación e instaurar una república comunista al estilo de Cuba o Venezuela.

A Sánchez, en cambio, lo de la monarquía le molesta porque el Rey (el probo) le hace sombra. Felipe VI representa para una gran mayoría de españoles la figura de un mandatario cumplidor, honesto, leal y consciente de su papel en la historia. Todo lo contrario que Sánchez.

Así que no le aguanta, ni a él, ni a su padre. Dicho lo cual, una vez que Don Juan Carlos está en España, si con el presunto escándalo de sus idas y venidas nos olvidamos del desastre sanchista que nos gobierna, pues miel sobre hojuelas.

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