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El balón rueda en el terreno de juego, el partido comienza mal, con mucho descontrol, a tontas y a locas. A los jugadores solo les importa estar en el terreno de juego aunque no sepan la posición que ocupan, o al menos eso parece, inconscientes de su responsabilidad, pendientes sólo de la nómina. Más de una vez lo hemos pensado o lo hemos comentado, con esas o parecidas palabras, respecto de jugadores y equipos. Hoy triste y lamentablemente, hacemos los mismos comentarios o parecidos con nuestros políticos y sus correspondientes partidos.

Tras la jornada electoral comenzó una especie de sainete político digno de las mejores épocas teatrales. Como niños chicos comenzaron el reparto de cromos convirtiendo el territorio nacional en una extraña tarta con sabor entre almendra amarga y cabello de ángel. Este ayuntamiento para ti y esta diputación también. Yo me quedo con este otro y a estos le damos aquel. Tú pilla este ministerio y tú acepta esta consejería. Oye ¿y qué pasa con los electores, con los ciudadanos, con el pueblo? Nada, esos ya tuvieron su momento, los pobres ilusos creían que votando decidían y nos ponían a su servicio. Estaban convencidos que a quien eligieran sería quien gobernara y pondría orden. Pensaban que el gobernante se preocuparía de ellos y convertiría España en una nación con sitio en Europa.

Esta visión de las pasadas elecciones puede que no sea compartida por muchos pero no podemos negar que, en gran medida, esa es la imagen transmitida. Políticos o personas que dicen serlo, preocupados de pillar cacho, de situarse y colocarse. Sin preocuparles los medios y las formas para lograrlo. No dando la cara o tratando de dar la respuesta políticamente correcta, independientemente de que sea la más adecuada. Siendo muy cuidadosos de no herir la sensibilidad de los votantes por si algún voto se traspapela a otro partido y pierden la partida...

Quiero creer y hemos de confiar en que tras este reparto, cuando menos sorprendente aunque sea justo y necesario, nuestros gobernantes se pondrán las pilas y una vez superadas sus aspiraciones y preocupaciones personales comenzarán una segunda etapa en la que su buen hacer se vea reflejado claramente en una España caminando y progresando desde la unidad, descendiendo en número de parados, fortaleciéndose en un sistema educativo eficaz, con una sanidad sin listas de espera y una labor social que dé respuesta a las distintas realidades que hunden en la angustia, la soledad o situaciones realmente tristes y lamentables a muchos seres humanos. Personas que también han ejercido su derecho al voto con la esperanza de una vida digna, independientemente de quién gobierne.

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