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No hubo sorpresas de última hora y la moción de censura planteada por el socialista Luis Tudanca a instancias de Ferraz fracasó con estrépito, como corresponde a una iniciativa que no tenía sentido ni justificación, más allá de acatar las órdenes de Pedro Sánchez y de paso envenenar la política de Castilla y León. Así, Alfonso Fernández Mañueco seguirá gobernando los dos próximos años en compañía de Francisco Igea y con el apoyo, ahora reforzado, de sus 29 procuradores y los once leales de Ciudadanos.
La primera moción de censura en la historia de la Comunidad autónoma fue tan solo un intento fallido del PSCL-PSOE de pescar tránsfugas en el río revuelto de Ciudadanos. Fue una moción presentada justo en el peor momento de la historia de esta Región, cuando atraviesa la peor crisis imaginable, en medio de una terrible pandemia, con la economía hundida y la sociedad al borde del colapso. No hay justificación para una iniciativa parlamentaria como esta, a la búsqueda de sillones y prebendas, cuando Castilla y León se juega su futuro y cuando más necesario es un Gobierno regional sólido y con las ideas claras.
No es de extrañar que ayer la indignación y el bochorno invadieran a los castellanos y leoneses cuando veían en qué se ocupan algunos de sus máximos representantes en el Parlamento. En lugar de arrimar el hombro, o al menos no estorbar, pierden el tiempo y de paso hacen que lo pierdan los encargados de gestionar la lucha contra el coronavirus y de encarar el camino de la recuperación, empeños ambos en los que está en juego la vida y la salud de los castellanos y leoneses.
Tudanca sabe perfectamente que ni es el momento de estos malabares ni tenía oportunidad real de salir airoso del trance. Sin embargo, le ha podido su actitud servil hacia Sánchez, como si esa obediencia debida fuera a asegurarle la continuidad en el liderazgo del PSOE de Castilla y León, cuando es más bien al contrario: con esta moción fallida ha cavado su tumba política y ha puesto en bandeja a Ferraz la oportunidad de colocar a otro secretario regional en el congreso previsto para la vuelta del verano.
La moción estaba condenada al fracaso desde el momento en que once de los doce procuradores de Ciudadanos se habían comprometido en firme a mantener la disciplina de voto y rechazar los cantos de sirena que les llegaban de las filas socialistas. Pero, a mayores, el discurso de Tudanca ayer en las Cortes no hizo sino reforzar la posición de quienes veían en su propuesta una censura carente de cualquier anclaje en la realidad. El líder socialista basó su crítica a la Junta en viejos casos de corrupción, que en absoluto afectan al actual presidente ni a ninguno de sus consejeros, y presentó un paquete de veinte medidas, inconexas y deslavazadas, para superar la crisis. Su argumentación pasó desapercibida y su planteamiento resultó tan inconsistente que no consiguió convencer a nadie, salvo a los ya convencidos: los 34 procuradores que le acompañan en el Grupo Socialista y los dos de Unidas Podemos, estos últimos entregados de antemano a la causa de la moción.
Tudanca hizo ayer un papelón lamentable, solo superado quizás por el ridículo de la procuradora salmantina de Cs, María Montero, convertida en tránsfuga de la manera más deshonrosa e inútil.
Mañueco, por contra, se mostró solvente en su discurso, aunque ciertamente lo tenía fácil: bastaba con ahondar en la inutilidad de la moción y el carácter servil respecto a Ferraz del líder socialista.
Con esta moción “destructiva” el líder de los socialistas se coloca ahora en el bando opuesto al que eligió en junio de 2020, cuando se sumó al Pacto por la Reconstrucción de Castilla y León, del que nunca debió apearse. Tudanca sería de gran utilidad para los castellanos y leoneses si, en lugar de intrigar, se estuviera dedicando ahora a exigir a Mañueco el cumplimiento de ese pacto, y sobre todo, a presionar a su jefe Pedro Sánchez para que no siga marginando a esta Comunidad en el reparto de los jugosos fondos europeos, esos miles de millones de euros que irán a parar de manera preferente a los socios separatistas y filoterroristas del Gobierno socialcomunista. Y no estaría de más que se preocupase también por impedir que Sánchez y sus ministros sigan castigando a Salamanca, provincia en la que la inversión estatal en 2020 y 2021 está cercana al cero.
Como parece que no va a hacer ni lo uno ni lo otro, Tudanca ha dejado de ser útil a los castellanos y leoneses y haría bien en buscar otro rumbo a su destartalada trayectoria política.
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