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La consejera que nos ha estado pidiendo a lo largo de este confinamiento prudencia, se ha comportado como la más imprudente de todos. No se puede cambiar en menos de tres días de criterio sin ningún dato objetivo, al menos que lo conozcamos, que lo justifique. Verónica Casado no nos puede decir el martes que va a pedir el cambio a la fase 3 sin cumplir los catorce días entre la dos y la tres y que lo hará animada por Illa -debe ser la única persona de España, junto con Pedro Sánchez, que se fía del ministro- y comunicarnos ayer que los datos no son buenos y que Salamanca, junto a Soria, Ávila y Segovia, se queda una semana más rezagada. ¿Qué ha cambiado en tres días para este giro que tanto daño hace a la imagen de Salamanca? La única explicación que ha dado la responsable de Sanidad -carente de sentido, por cierto- es la cercanía de estas cuatro provincias de Castilla y León con Madrid y los rebrotes del País Vasco, Totana, Reus, Basurto y Madrid. Después de casi tres meses de estado de alarma y por tanto, de inmovilidad y de incomunicación con la capital de España, no se entiende la influencia en los casos actuales, a no ser que la consejera tenga algún dato que los demás no sepamos. Además, con las limitaciones que tendrán las provincias que cambian de fase el lunes, el daño que ha propinado la Consejera a la imagen de Salamanca es muy grave. El presidente no debe permitir estos vaivenes políticos a sus consejeros porque se asemejan bastante a las desgraciadas incoherencias del Gobierno de Sánchez.
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