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La indignación hace que me cuesta trabajo no escribir con palabras gruesas. El pasado lunes, una diputada acusó al Presidente del Gobierno de estar aplicando la eutanasia a nuestros mayores por la vía de los hechos. Como es sabido, tras estas desdichadas declaraciones se encontraba la espantosa cifra de fallecidos en residencias. La diputada exhibía una prenda verde oliva en su rostro que no acerté a saber si se trataba de una mascarilla o de un bozal. Lo que sí recuerdo perfectamente es que esa prenda portaba una bandera de España, en perfecta conjunción planetaria con aquello que dijo hace más de un mes uno de sus compañeros de partido: “los anticuerpos españoles derrotarán al virus chino”. Qué lamentable experiencia tener que seguir soportando el uso torticero de los símbolos nacionales.

Cuando esta columna aparezca impresa, confío en que el líder del principal partido de la oposición haya dejado a un lado su desdichada sobreactuación y se haya percatado de la necesidad de un cambio radical de actitud.

Señor Casado, participe en el diálogo. Deje de jugar a hacerse el duro. No se esfuerce en darle tantas satisfacciones a la extrema derecha, que le devorará sin compasión llegado el caso. Cuando esté frente al Presidente, si quiere, aproveche para reprocharle su falta de educación por no haberle consultado antes si el día y la hora se ajustaban a su apretada agenda. Pero vaya. Aunque llueva o sean las tres de la madrugada. Aunque sea fiesta de guardar. Hay que estar ahí. No sea tan torpe de censurar a quienes ya hayan aceptado el diálogo. Hablen —todos— sobre la salida de esta crisis, que debe ser el fruto de un gran pacto de Estado. Y hágannos el inmenso favor de no dejarse en casa la máquina de proponer soluciones, escuchar y llegar a acuerdos. Para la burda propaganda ya tenemos Telegram. Sobre todo, olvídense de las próximas elecciones, que para todo habrá tiempo.

El nauseabundo ego de los políticos nos ha llevado cuatro veces a las urnas en cuatro años, pero ir a votar tantas veces no es más que una anécdota chusca comparada con esta inmensa tragedia humana, social y económica. ¿Estarán realmente dispuestos a seguir divirtiéndose tanto como hasta ahora en este maldito juego? Urge que cambien muchas cosas. Sean un poquito más patriotas. Pero de verdad.

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