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He vuelto a la piscina climatizada a la que acudía antes de la pandemia, y si las instalaciones municipales ya eran un lujo entonces, ahora tienen “nivel Dubái”. Y hoy, como antaño, sigo teniendo la misma sensación, la de sentirme como si fuera Amancio Ortega: con una piscina semiolímpica en mi casa, a veces para mi solo y con su correspondiente socorrista pendiente de mí. Estoy seguro de que Michael Phelps pasó más penalidades en sus inicios...Y si me apetece, gimnasio con máquinas de última generación, sauna y actividades programadas, y todo por poco más de un euro diario que, si le aplicamos algunas condiciones, como empadronamiento, familia numerosa u otras, la cuota puede verse reducida a la mínima expresión... Sólo falta que Scarlett Johansson estuviera esperando a los bañistas para ofrecer un servicio de catering saludable, por supuesto incluido en el euro... Una cosa son tarifas asequibles, y otra hacernos creer que el dinero público cae del cielo...

Así las cosas en esta España de Yolanda Díaz disfrazada de Paris Hilton, no es de extrañar que el guaperas de Pedro Sánchez se levante una mañana y decida que ese día nos va a “regalar” decenas y decenas de miles de viviendas. Aún no ha dicho -todo llegará- que en el garaje de cada vivienda habrá un “Porsche Taycan” por familia como detalle de eco-bienvenida... Es evidente que nos hemos vuelto locos, nos han vuelto locos a base de arruinarnos con una deuda pública salvaje y un gasto social totalmente descontrolando y, lo que es más grave, al servicio de los intereses de los políticos, no del ciudadano. En esto es especialista la izquierda, aunque el PP le ha cogido el gusto a seguir la estela de “regalitos” por votos, ya sean piscinas, cheques-videojuego o trenes gratuitos. Estamos hablando de pura corrupción del funcionamiento de la democracia, pues han cambiado verdadera atención social por una descarada compra del voto para perpetuarse en el poder. El ciudadano, estarán conmigo, quiere por encima de todo una sanidad y una educación de primer nivel que, por una desastrosa gestión, por desgracia no se da. El actual estado del bienestar es inviable e inútil, y ni siquiera el terrorismo fiscal que se practica será suficiente para mantener este circo, esta borrachera de gasto populista. Ya ni siquiera se trata de abrazar el liberalismo como única base de progreso y bienestar sociales, se trata de nuestra supervivencia, pues ¿quién va a seguir pagando la fiesta?, ¿la ruina?

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