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Vaya por delante que escribir desde la retaguardia es más cómodo que estar en primera línea de combate, que es en la que se supone deberían estar los políticos, pues es su trabajo y ahora es el momento de demostrar la alta responsabilidad que asumieron al jurar sus puestos. Ser político no es comer canapés y escuchar lisonjas.

Escribir es cómodo pero es muy necesario, pues alguien tiene que hacerlo y, con mejor o peor tino, dar fe de lo que está pasando en ese lugar que desconoce la política: la calle. Y la calle se arruina, como han arruinado ya a uno de los pocos motores económicos de Castilla y León: el sector turístico y su otrora pujante hostelería.

Casi desde el principio de la crisis del coronavirus, los políticos, todos ellos, se esforzaron en lanzar la gran infamia: que la culpa de la propagación del virus era y es nuestra, que nos lo tomamos todo a chufla. Craso error, ya que los españoles, la gran mayoría, estamos siendo ejemplares en nuestra protección y en la de los demás. Hacemos todo lo posible, pero no podemos aguantar que nuestros representantes nos insulten, nos criminalicen y traten de tapar sus muchas vergüenzas e incapacidades a nuestra costa. Nosotros estamos dando ejemplo de ciudadanía, ellos no lo están haciendo de su trabajo, y ahí están unos pocos nombres, de muchos, que son de juzgado de guardia: Pedro Sánchez, Salvador Illa, Fernando Simón, o en lo que aquí nos afecta más directamente, la consejera de Sanidad de Castilla y León, Verónica Casado, incapaz para la gestión y con una falta asombrosa de sensibilidad. En sintonía con el editorial de LA GACETA de ayer, la señora Casado, con su cara de indiferencia ante la muerte y la ruina, debe dimitir y dejar que nos cuidemos solitos, que estaremos mejor que con sus bandazos: ahora cierro, ahora abro, ahora confino, ahora amenazo, ahora hago pruebas, bares sí, bares no. Lo único que se libra son las grandes superficies de alimentación y el comercio online, que están haciendo el agosto todo el año... y cumpliendo el verdadero objetivo: cambiar nuestra manera de vivir.

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