Afición, sentimiento y respeto
Falta poco para el encuentro, los equipos calientan y se preparan, llevan mucho tiempo esperando el gran momento. Están dispuestos a darlo todo. En el ... ambiente se respira ya la emoción y el sentimiento. Todo el mundo espera el comienzo, la afición se vuelca con los suyos aunque algunos tienen sus dudas y no están muy convencidos de cómo acabarán y si merece la pena sudar la camiseta. No les gusta la formación, ni el planteamiento del entrenador y mucho menos del presidente. Si por ellos fuera cambiarían totalmente las reglas de juego, las equipaciones, los tiempos. Algunos incluso no tienen muy claro porqué están metidos en este lío, saben que hay que ir y van. Pues así están las cosas, aparentemente todo el mundo lo tiene claro pero en el fondo muchos sabemos que no es verdad, que en la inmensa mayoría hay confusión cuando no desconocimiento. Sea como sea, cada uno defiende lo suyo y la afición disfrutará del momento. Cada vez es mayor el número de espectadores, son muchos los que se desplazan para poder disfrutar de algo tan especial, por momentos incluso espectacular. En fin, si el tiempo no lo impide, cosa que no está nada clara, un año más Salamanca se convertirá en el escenario majestuoso de la Semana Santa.
Las cofradías arropadas por su afición saltarán a las calles para gozo y disfrute de creyentes y no creyentes, de unos más que de otros, ya que en ambos sectores muchos no comparten la necesidad de estas manifestaciones de fe, de religiosidad, de ostentación... de lo que cada uno quiera o pueda interpretar. Son muchos los que se sienten incómodos o molestos. Unos porque hay que montar y desmontar terrazas, otros porque el son de trompetas y tambores, de bandas varias, les resulta cansino. También hay quien ve alterado su ritmo cardíaco porque se cortan las calles que se llenan de cera y no están dispuestos a que sus impuestos se despilfarren en esto, palabras textuales escuchadas en medio de la afición, por cierto, mientras el aficionado en cuestión hacía fotos con el móvil y explicaba con gran elocuencia la Semana Santa a sus familiares o amigos venidos de otra ciudad.
Dicho todo esto, uno se pregunta ¿A qué estamos jugando? ¿Tenemos claro el por qué, para qué y para quién de cada acto que se celebra? ¿Realmente estamos a lo que celebramos? Entiendo que hay espacio para todos, pero cada uno hemos de estar a lo que estamos. No podemos llevar en una mano la vela y en otra el móvil, no podemos estar en la procesión y repicar al mismo tiempo, es decir, con un pie debajo del paso y otro entrando en el bar. Quizá se no está olvidando que la cultura es saber estar en cada momento como hay que estar. Pues eso, afición y sentimiento, pero ante todo respeto.
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