A la caza del médico
Algo se mueve en el Ayuntamiento de la capital. No llega, ni mucho menos, al nivel de rebelión, pero la actitud de los ediles de ... Ciudadanos ya no es la de matrimonio bien avenido con el grupo popular que lidera Carlos García Carbayo. El pasado viernes los naranjas hicieron piña con el PSOE para permitir que saliese adelante una moción crítica y reivindicativa con la Junta de Alfonso Fernández Mañueco. Hay grietas, pequeñas fisuras que no suponen una ruptura, pero sí avisan de la posibilidad de divorcio. Hasta ahora, a lo largo de lo que llevamos de legislatura, los naranjas apenas si han marcado distancia con los populares, así que el aviso no puede tomarse a título de inventario.
El grupo socialista con José Luis Mateos al frente, tuvo la habilidad de presentar una iniciativa para exigir al Gobierno regional de PP y Vox una rectificación en la política sanitaria que tanto descontento está provocando en la provincia. Era muy difícil oponerse a la petición de más personal, más inversión y menos listas de espera, en unos momentos en que buena parte de los centros de salud salmantinos sufren serios problemas para cubrir las bajas y vacaciones de los médicos y la demora quirúrgica sigue disparada. Así que los concejales de Ciudadanos vieron el cielo abierto para desmarcarse de los populares y se sumaron a la protesta.
La situación de la sanidad en Salamanca vive momentos de alta tensión y a los ediles ‘díscolos’ de Ciudadanos les pueden animar dos circunstancias que distorsionan el panorama: en primer lugar, que Cs ha sido sustituido por Vox en la coalición que gobierna la Comunidad, y en segundo término, que estamos en campaña en Andalucía y todo lo que sea marcar distancias con los partidos a su derecha les viene bien.
En todo caso, la moción socialista tiene una base real en las quejas de muchos pueblos de Salamanca que no acaban de recuperar los servicios sanitarios de los que disfrutaban antes de la pandemia. Una muestra de ese malestar es la manifestación convocada ayer en Lumbrales contra la falta de médicos en la comarca. A la concentración acudieron más de dos mil personas, que son muchas si tenemos en cuenta que la mayoría de las localidades afectadas apenas tienen habitantes.
El presidente Mañueco y su consejero de Sanidad son conscientes del déficit de personal, pero resulta que no encuentran médicos. El mercado de los sanitarios está por las nubes y Castilla y León no ofrece mejores condiciones que otras comunidades autónomas en cuanto a salarios y duración de los contratos. Resulta que en Salamanca y en otras facultades de Medicina de la Región se forman los mejores sanitarios, pero la mayoría acaba emigrando al extranjero o fichando por hospitales de Cataluña, Madrid o País Vasco que pagan mejor. Es el inconveniente de ser pobres y austeros.
Para competir con las autonomías ricas, Castilla y León debería contar con el apoyo del Gobierno central, pero ahí siempre hemos chocado con un obstáculo insalvable: la falta de peso político. Esta Comunidad no ha figurado nunca entre las que deciden gobiernos y tanto el PP como el PSOE han preferido primar a los nacionalismos de cuyo voto dependen las mayorías en el Congreso. Si a eso unimos el que tanto los dirigentes del PP como los del PSOE no cuentan apenas en Génova ni en Ferraz, el panorama se antoja negro como el sobaco de un grillo.
Si tuvieran un mínimo de poder de persuasión, Mañueco y Tudanca no dejarían escapar la oportunidad de ubicar aquí, en Salamanca, el Instituto Nacional de Neurotecnología. Un macroproyecto para el que la Universidad ofrece las mejores garantías y que supondría una inyección de 40 millones de euros. Ya verán cómo la inversión acaba en Cataluña, el País Vasco o Valencia. No ganamos ni cuando somos favoritos. Es nuestro sino.
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