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Imagen de la Plaza de San Pedro. E. P.

Comienza la sede vacante y cesan todos los cargos excepto el camarlengo, que toma el mando del Vaticano

El rito contará con la participación del decano del Colegio Cardenalicio, familiares del papa y representantes de la Dirección de Sanidad e Higiene del Estado de la Ciudad del Vaticano

E. P.

Madrid

Lunes, 21 de abril 2025, 20:01

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Desde este lunes, 21 de abril, el cardenalKevin Joseph Farrell, camarlengo de la Santa Iglesia Romana, asume oficialmente el gobierno temporal del Vaticano tras el fallecimiento del papa Francisco. Sus funciones comenzarán esta tarde, a las 20:00 horas, con el rito de certificación de la muerte y la colocación del cuerpo del Pontífice en el ataúd, según lo estipulado en el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis.

El rito contará con la participación del decano del Colegio Cardenalicio, familiares del papa, y representantes de la Dirección de Sanidad e Higiene del Estado de la Ciudad del Vaticano. Conforme a lo dispuesto, el cuerpo de Francisco será colocado en el ataúd vistiendo una túnica blanca, según informó el portal oficial del Vaticano, Vatican News.

El papa Francisco había reformado el protocolo de los funerales pontificios en noviembre, simplificando significativamente las ceremonias. Entre los cambios más destacados se eliminó el uso de tres ataúdes, el catafalco, el báculo papal y cualquier tratamiento que excediera los títulos de obispo y papa.

La segunda edición del Ordo Exsequiarum establece, además, que la certificación de la muerte se realice en la capilla privada del Pontífice y no en la habitación donde ocurrió el deceso. El cuerpo será depositado directamente en un único ataúd de madera con interior de zinc, y posteriormente trasladado a la Basílica de San Pedro.

Según Matteo Bruni, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el traslado del féretro para el homenaje público podría llevarse a cabo el miércoles 23 de abril. Allí, el cuerpo será expuesto en un ataúd abierto para la veneración de los fieles, sin catafalco ni báculo papal, en coherencia con la voluntad de Francisco.

En cuanto al entierro, también se abandonará la tradición de los tres ataúdes —de ciprés, plomo y roble—. Inspirado en las exequias de los obispos, se utilizarán títulos más sobrios, omitiendo expresamente la designación de «Romano Pontífice».

El papa Francisco decidió no ser sepultado en la Basílica de San Pedro. En cambio, eligió un lugar en la Basílica de Santa María la Mayor, en una modesta habitación lateral que en el pasado fue utilizada para almacenar candeleros. Francisco, profundamente devoto del icono mariano Salus Populi Romani, visitó más de 100 veces este santuario durante su pontificado, según Vatican News.

Cese de autoridades y funciones del Camarlengo durante la sede vacante

Con la muerte del papa, cesan en sus funciones todos los jefes de dicasterios de la Curia Romana, incluyendo al cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, los prefectos y presidentes arzobispos, y los miembros de cada dicasterio. Solo el camarlengo y el penitenciario mayor mantienen sus responsabilidades, limitadas a la administración ordinaria, y deben consultar al Colegio de Cardenales sobre cualquier asunto reservado al papa.

Francisco también eliminó la llamada Cámara Apostólica, un cuerpo de eclesiásticos que asistía tradicionalmente al camarlengo durante la sede vacante.

La Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II y actualizada por Benedicto XVI, detalla las funciones del camarlengo. Al confirmarse la muerte del papa, debe verificarla oficialmente en presencia del Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, los Prelados Clérigos, y el Secretario y Canciller de la Cámara Apostólica, quien redactará el acta de defunción.

Asimismo, el camarlengo debe sellar el estudio y la habitación del papa, permitiendo temporalmente que el personal residente permanezca hasta después del entierro. También se le encomienda tomar posesión del Palacio Apostólico Vaticano, así como de los Palacios de Letrán y Castel Gandolfo, ejerciendo su custodia y supervisión.

Es su responsabilidad organizar la sepultura del papa y velar, con el consentimiento del Colegio de Cardenales, por los derechos de la Sede Apostólica y la adecuada administración de sus asuntos. Durante la sede vacante, él se encarga de los bienes temporales del Vaticano, asistido por tres cardenales designados, con la aprobación previa del Colegio.

El Colegio de Cardenales, por su parte, solo puede tratar asuntos ordinarios o urgentes, y no tiene autoridad para modificar leyes papales ni tomar decisiones reservadas al Sumo Pontífice. La Constitución subraya que el gobierno pleno de la Iglesia queda suspendido hasta la elección del nuevo papa.

El proceso hacia el nuevo papa

Tras la muerte del Pontífice, el decano del Colegio Cardenalicio convoca a todos los cardenales del mundo a Roma para asistir a los funerales y preparar la elección del sucesor. El Cónclave se celebrará entre 15 y 20 días después del fallecimiento, y participarán todos los cardenales menores de 80 años.

La elección tendrá lugar en la Capilla Sixtina, bajo estrictas medidas de secreto y aislamiento. Está prohibido el uso de dispositivos de comunicación o grabación, bajo pena de excomunión.

Cada jornada incluye hasta cuatro votaciones —dos por la mañana y dos por la tarde— hasta que un candidato obtenga al menos dos tercios de los votos. Una vez alcanzada esa mayoría, se le preguntará si acepta el cargo y qué nombre desea adoptar. Con su aceptación, se convierte en el nuevo papa. El anuncio de su elección será señalado por el humo blanco que saldrá de la chimenea de la Capilla Sixtina.

Luego, el nuevo Obispo de Roma vestirá una de las tres túnicas papales preparadas y se dirigirá con los cardenales a la logia central de la Basílica de San Pedro. Allí, el cardenal protodiácono, Dominique Mamberti, lo presentará al mundo con la fórmula solemne en latín. Así concluirá oficialmente la sede vacante con la elección del nuevo Pontífice.

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