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El genio olvidado de Villoria que diseñó un paso submarino en Gibraltar

El genio olvidado de Villoria que diseñó un paso submarino en Gibraltar

Vivió una vida de leyenda. Ideó un avión que despegaba verticalmente, un puerto flotante que inspiró el desembarco de Normandía y trabajó para las dos superpotencias durante la Guerra Fría. Es el ingeniero Fernando Gallego, gloria de Villoria

ROBERTO ZAMARBIDE

Miércoles, 2 de enero 2019, 12:06

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Un estrambótico mausoleo en el cementerio de Logroño, a 362 kilómetros de su pueblo natal era hasta hace poco la principal huella que recordaba la memoria de este salmantino sin duda adelantado a su tiempo. Tras su muerte hace 45 años, un manto de silencio ocultó su recuerdo hasta la última década, cuando investigadores y periodistas se han afanado por recomponer su asombrosa biografía.Con la ayuda de sus familiares, paisanos y vecinos, la historia de Fernando Gallego empieza a emerger como la de un genio renacentista del siglo XX a quien la historia le debe aún el justo reconocimiento a su talento visionario.La conexión submarina en el estrecho de Gibraltar, las aeronaves de despegue vertical, el vuelo estratosférico o los puertos flotantes fueron algunos de los retos de la ingeniería contemporánea para cuya solución Gallego marcó el camino. Pero el estallido de la Guerra Civil y la depuración ideológica que trajo la posguerra le llevaron a volcar su ingenio fuera de nuestras fronteras en grandes proyectos de ingeniería en los que dejó su huella, como la presa de Assuán en Egipto.Fernando Gallego Herrera nació en Villoria el 14 de febrero de 1901. Su padre, Luis, era de origen zamorano y su madre, Brígida, de Villoruela. Segundo de cuatro hijos, cursó estudios primarios en su pueblo y continuó su formación en los Agustinos de Salamanca, donde el talento del pequeño Fernando ya destacó tanto que, para reconocer sus extraordinarios resultados académicos, le crearon un premio especial que recibió año tras año.Ya en Madrid, estudió en la Escuela de Ingenieros de Caminos Canales y Puertos, donde se graduó en 1926 como el mejor de su promoción recibiendo el Premio Escalona y una gratificación económica de 3.000 pesetas.El joven y brillante ingeniero recibió pronto encargos de importancia en Barcelona, como el metro a Sarriá y la estación de Francia, que inauguró el rey Alfonso XIII en 1929. Allí aplicó el primero de sus inventos, el arco funicular, una original solución que permitía construir puentes resistentes a un menor coste al ahorrar gran cantidad de materiales. Tuvo buena sintonía con el monarca, a quien poco más tarde acompañó, en calidad de perito, en marzo de 1930, en su segunda visita por las Hurdes. En la Ciudad Condal firmó también las instalaciones de una fábrica de gramófonos, un puente sobre el río Llobregat y un depósito de agua en el matadero de Badalona, entre otros de sus proyectos que hoy se conservan en el Archivo General de la Universidad de Navarra.El propio pueblo natal de Fernando Gallego se benefició pronto del ingenio de su hijo ilustre cuando este ideó un novedoso diseño de puente que abarataba notablemente el coste de los materiales.Tras probar la idea en una gran maqueta, construyó personalmente junto a 15 obreros en apenas un mes un nuevo paso sobre el arroyo Merdero, al que la Diputación aportó 3.000 pesetas que fueron complementadas por el propio Gallego. El puente, que nunca contó con protección arquitectónica, fue derruido en los años 90 y sustituido por el actual.Por aquel entonces, Fernando Gallego ya ultimaba el que sería tal vez al proyecto crucial de su carrera el paso submarino en el estrecho de Gibraltar. El ingeniero salmantino ideó una especie de puente sumergido sin peso propio, una original conexión en forma de tubo a veinte metros de profundidad, anclado al fondo marino por medio de cables, con capacidad para doble vía de ferrocarril, calzada para automóviles y andén de peatones. El ingenio de Gallego, patentado en 1928 como "sistema de cimientos de gravedad invertida o de flotación", lograba además dar con una solución que reducía el coste a apenas una décima parte de los otros proyectos planteados.Gallego nunca dejó de perfeccionar su idea y posteriormente desarrollaría conexiones similares para otros lugares del mundo con parecidas características, como la unión entre Brooklyn y Staten Island en Nueva York, el canal de la Mancha, el estuario del Tajo entre Lisboa y Almada y el estrecho del Bósforo, entre otras, apuestas técnicas que le darían renombre internacional. Adelantado a su tiempo, el salmantino nunca pudo ver realizados estos proyectos, que hoy serían viables con la actual tecnología de materiales de construcción.EL AEROGENIO. Tras la tierra y el mar, Gallego. que obtendría más adelante el título de aviador, también quiso conquistar el aire. En 1932 patentaba su "sistema de aparato de vuelo por aire comprimido", primer paso hacia su sueño de construir una nave que despegase y aterrizase verticalmente. como los actuales cazas de combate.Construiría en total tres prototipos de lo que llamó su aerogenio . La primera demostración, que organizó el 4 de mayo de 1933 en el monte de Villoria, propiedad de la familia Gallego, fue anunciada a toda plana por la prensa local, aunque no se permitió a Gombau hacer fotografías para LA GACETA. El cronista describía aquel artefacto que pesaría "de 700 a 800 kilos, dos cabinas en las que podrían ir tres personas, motor de 10 cilindros y 100 caballos". El prototipo fue asegurado en 30.000 pesetas y, según su creador, haría posible en el futuro volar de Madrid a Nueva York en solo tres horas y media.Al acontecimiento acudieron, según referían las crónicas de la prensa local, desde el gobernador civil y el capitán de la Guardia de Asalto a numerosas personas llegadas de Estados Unidos, Italia Francia, Alemania, Madrid y Salamanca. Entre ellas, el capitán Julio Ruiz de Alda, verdadero héroe nacional desde que en 1925 protagonizase junto al comandante Ramón Franco el primer vuelo sin escalas de un lado al otro del Atlántico a bordo del hidroavión "Plus Ultra". Ambos habían sido compañeros de Gallego en la Escuela de Ingenieros y tenían una fe ciega en el genio del salmantino.Medio centenar de guardias civiles tuvieron que actuar para controlar el entusiasmo y la expectación del público, pero todos vieron frustrada su ilusión de presenciar un acontecimiento histórico. Fernando Gallego, que no llegó a comparecer, suspendió el ensayo a última hora a causa de las previsiones climatológicas adversas, según la versión oficial. Pocos días después, el propio Gallego revelaba que el ensayo no había sido autorizado por la Dirección General de Aeronáutica Civil, que vetó a última hora la prueba cuando la convocatoria ya se había hecho pública alegando falta de seguridad ante tamaña concentración popular. Hubo quien lo atribuyó a una mano negra"...No tardó mucho Gallego en volver a intentarlo. Al día siguiente, ya sin prensa, los testigos presenciales contaron que el aparato lograría elevarse cerca de metro y medio y se desplazó unos cien metros hasta volver a tocar tierra. El sistema de propulsión ideado por Gallego había sido un éxito, aunque muchos de los presentes que imaginaban que el avión daría varias vueltas por el cielo se volvieron frustrados para sus casas.Íntimo del recordado médico salmantino y ministro en la República Filiberto Villalobos, el ingeniero de Villoria perfeccionaba su aerogenio cuando tuvo que hacer frente a los primeros problemas que su mente prodigiosa no pudo resolver: fue encarcelado durante una semana en unos extraños sucesos tras el levantamiento de Companys en 1934 y se le abrió un proceso en el Cuerpo de Ingenieros que culminaría con la destitución de su puesto en la Dirección General de Obras Hidráulicas. Torpedeando su prestigio bloquearían la realización de su ventajoso proyecto de Gibraltar, que chocaba frontalmente otros poderosos intereses, según apuntan sus biógrafos.Depurado oficialmente en 1941 por el régimen franquista -no sería readmitido en el Cuerpo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puerto hasta 30 años después- Fernando Gallego comenzó a viajar por todo el planeta ofreciendo sus servicios como ingeniero civil.Junto a su esposa. Humildad, se estableció en Paris y trabajó en obras de envergadura en Estados Unidos, Japón, Filipinas, India, Siria, Turquía, Italia y Egipto, país que impresionó especialmente a Gallego y donde se empleó en los trabajos de la presa de Assuan a principios de los 60. También llegó a recibir encargos de las dos grandes potencias en plena Guerra Fría".El tercer hito de las aportaciones de Gallego a la ingeniería fue su patente de puertos flotantes cuyo concepto fue aplicado en el desembarco de las tropas aliadas en Normandía, aunque los británicos nunca le reconocieron su paternidad en la instalación.Intercambió correspondencia sobre este tema con De Gaulle, Churchill y Roosevelt, pero el gobierno estadounidense frustró más tarde una recepción concertada entre Truman y el ingeniero español y para reconocer extraoficialmente su aportación, le regaló un lujoso "Buick".Para algunos eran logros y para otros excentricidades, pero Fernando Gallego nunca dejaba de ser noticia. La prensa recogía en julio de 1949 su regreso a Barajas tras dar la vuelta al mundo en solo 32 días haciendo 25 escalas en Nueva York, San Francisco, Tokio, Hong-Kong, Manila, Bangkok, Calcuta y Delhi, Damasco, El Cairo, Estambul y Roma. Repitió años más tarde la hazaña hacia el este, atravesando África y Asia con destino a Australia y Nueva Zelanda para tomar después rumbo al Polo Norte atravesando el Pacífico de sur a norte. Subió al Kilimanjaro, se codeó con el Aga Khan y la Begum y en cada país depositaba como ofrenda saquitos de tierra de su monte de Villoria.Fernando Gallego echó raíces en Logroño, la tierra de su esposa, donde compaginó la divulgación de sus ingenios con una vida social discreta. Fernando y Humildad no tuvieron hijos. En 1973, con la salud deteriorada tras sufrir una apoplejía cuatro años antes, una grave infección fue el principio de su fin. Su familia lo trajo al Hospital de la Santísima Trinidad, pero su esposa lo hizo ingresar en la Clínica Universitaria de Pamplona, donde falleció el 10 de junio de 1973. Muy pocos de sus convecinos alcanzaron a comprender la verdadera dimensión de este adelantado a su tiempo que, como guiño a su ajetreada vida, diseñaría y ayudaría a construir con sus manos su propio mausoleo donde hoy reposa junto a su querida Humildad.Tras el fallecimiento de ésta en 1981, la figura de Fernando Gallego ha lidiado con el olvido popular e institucional. Tras los primeros contactos realizados hace años por el historiador salmantino, exconcejal y coronel del Ejército del Aire Francisco Morales, los investigadores José Carlos González, Carlos Hidalgo.Alfredo Moralejo y Federico Soldevilla se han entregado con pasión a bucear, con el apoyo del Museo de Historia de la Automoción, en la biografía asombrosa de este insólito personaje al que la Diputación proyecta dedicar una publicación monográfica en 2019.Contar al detalle la vida de Fernando Gallego en un libro necesitará muchas, muchas páginas.Vecinos molestos: 8 de cada 10 multas por ruidos se producen en pisosUn salmantino en el paraíso del emprendimientoEl PP exige explicaciones por la polémica con Morante y denuncia los "caprichos" del concejal de Festejos

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