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No hace falta hacer las maletas y viajar muy lejos para tener la sensación de estar dentro de un cuento de Disney. La magia de la que están impregnadas estas historias se puede encontrar a tan solo un paso de Salamanca. Concretamente, a 66 kilómetros. Ubicado en la provincia de Ávila, congrega distintos escenarios que recuerdan al los de las películas de Disney que, en la infancia, tanto nos han permitido soñar y emocionarnos.
En pleno Valle de la Corneja, nos encontramos la localidad de Bonilla de la Sierra, declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1983 por los restos de su muralla, sus altares rupestres, sus yacimientos romanos, su iglesia gótica y su preciosa plaza porticada.
Una de las edificaciones que resaltan en este pueblo es la puerta de Piedrahíta, la única que sigue vigente después de que se derribara el recinto amurallado. Todo aquel que se aventure a pasear por sus calles se topará con su Iglesia de San Martín, que sorprende por los pináculos que sobresalen de sus tejados, con su cruz monumental, con varias casas con escudos como la de los siete enanitos de Blancanieves, con dinteles de adornos célticos y arcos de diferentes tipos, con el Pozo de Santa Bárbara, situado al final de una de las empedradas calles del pueblo y que recuerda al pozo de la princesa envenada con una manzana o con su castillo, que evoca al de Cenicienta.
Pero la historia de Bonilla de la Sierra va más allá que la de cualquier pueblo. Durante varios siglos, esta localidad abulense fue la residencia veraniega de los obispos de la provincia, además de que también fue el enclave del rey Juan II cuando los Infantes de Aragón empezaron a mostrar su interés por quedarse con la Corona de Castilla.
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