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Olga MY
Salamanca
Miércoles, 16 de abril 2025, 13:54
Situada en el corazón de Ávila, a escasos 60 kilómetros de la capital, se encuentra uno de los lugares más especiales de la comunidad castellanoleonesa, incluido en la prestigiosa lista de los Pueblos Más Bonitos de España. Hablamos de uno de esos lugares donde el tiempo parece haberse detenido, un pequeño municipio que se alza como un testimonio vivo de la historia medieval por sus calles empedradas, casonas nobles y un rico legado arquitectónico.
Entre las sierras de Villanueva y El Mirón, si nos acercamos por el norte, y Santiago y Villafranca, si lo hacemos por el sur, encontramos una comarca que fue, en su pasado, residencia de reyes y obispos. Testigo silencioso de su historia, vigila imponente uno de los castillos que dan fe del incalculable patrimonio cultural español. Situada a más de mil metros de altitud, en el corazón de Valle del Corneja, se encuentra Bonilla de la Sierra, una de las localidades más especiales de la provincia, dado su considerable legado histórico y artístico.
En este pequeño pueblo de Ávila se celebra una de las procesiones más singulares de Castilla y León, caracterizada por la escasa participación activa: tan solo tres personas forman parte del cortejo y siendo considerada la más pequeña de España. La ceremonia tiene lugar en la madrugada en que el Jueves Santo da paso al Viernes Santo, y se desarrolla en un ambiente de profundo recogimiento.
A pesar de la sencillez del acto y la reducida presencia de protagonistas, la procesión despierta un gran interés entre los vecinos y numerosos visitantes, que acuden cada año para presenciar un evento cargado de simbolismo y tradición que va más allá de los límites del propio municipio.
Los orígenes de este pintoresco pueblo se remonta al siglo XIII, cuando comienza a formar parte del Obispado de Ávila. En el siglo XIV, su primitivo castillo experimenta una reconstrucción con el fin de acoger entre sus muros a Juan II, rey de Castilla, además de varios prelados hasta la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX. La villa abulense cuenta con sus propias ordenanzas redactadas para la villa y el señorío desde comienzos del siglo XVI.
La historia de Bonilla de la Sierra no termina ahí, sino que nos sigue desvelando sus secretos con el paso del tiempo. Recientemente se han descubierto dos altares rupestres fechados entre el año 5000 y el 1000 a. C. Ambos santuarios conducen a la parte superior de una piedra granítica a través de escaleras talladas en la roca. Este lugar pudo haber servido como escenario para realizar sacrificios y rituales.
Los atributos del pueblo, de apenas 200 habitantes, no dejan indiferente a nadie, por lo que en 1983 fue declarado Conjunto Histórico-Artístico, y es que, además de los encantos ya mencionados, la comarca ha contribuido a lo largo de su historia a la trashumancia ganadera, impulsada siglos atrás por moros y judíos.
Uno de los puntos más atractivos para los visitantes es el Pozo de Santa Bárbara, que, como todo rincón que se precie, cuenta con su propia leyenda. Se trata de un monumento fechado entre los siglos XII y XIII con el fin de suministrar agua a los moradores del pueblo. Este misterioso pozo posee dos entradas, una de ellas, cuenta con una escalinata que atesora tantos peldaños como tiene el Credo. Según se cuenta, las aguas del pozo fueron testigo de cómo una mora aprovechaba sus visitas nocturnas para peinar su cabello a la luz de la luna, quien, a día de hoy, emerge cada noche de las aguas de este aljibe medieval.
A este lugar, se suman su impresionante muralla medieval, de gran importancia defensiva y de la que únicamente se conserva la Puerta de Piedrahíta, la Iglesia Colegiata de San Martín de Tours, exponente del arte gótico plagada de tesoros en su interior, o el puente de Chuy, construido en 1411 a través del que se recorre la Ruta de los Pilones, en la que disfrutar de un bucólico paisaje de montañas y arroyos.
Conocer Bonilla de la Sierra no es únicamente descubrir un paisaje cautivador, sino perderse por el pasado, reencontrarse con las raíces de un país que irradia historia en cada rincón, cuyo origen rural y campestre lucha día tras día por mantenerse vivo.
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