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Jorge Tapia lleva 10 años ya como ganadero y eso que tiene sólo 32. A los 22 decidió quedarse con la explotación de su tío y ahí empezó a cumplir su sueño. Tenía entonces un centenar de vacas y ahora son ya unas 320 vacas, entre las explotaciones de Villarmuerto y Carrascal del Obispo y su objetivo es continuar creciendo. Con esa idea, se hizo ganadero de raza morucha el año pasado porque está convencido de que «hay que ir una ganadería sostenible: la vaca morucha es rústica y nos proporciona un mayor desahogo, con menos bajas y menos problemas». Aún así, también tiene cruzadas de limusín por su rentabililidad en cebo.
Para Jorge, que acaba de recibir el premio de la cooperativa Dehesa Grande al «mejor joven ganadero», es esencial ir hacia la mayor rentabilidad en la explotación. «Antes -apunta- las explotaciones eran rentables pero de otra manera: entonces se pagaba más por vaca y merecía la pena tener muchas. Ahora lo que conviene es que la finca esté descargada para que la vaca se pueda mantener de ella más tiempo».
En relación a esto y a cómo están ahora las vacas en las fincas, Jorge se queda con que «apunta bien», aunque se muestra prudente. «Como ha venido el frío -explica- no ha estirado mucho la hierba y ahora no sabemos si lo va a hacer porque como venga un calor fuerte...»
Como a gran parte de los ganaderos, a Jorge le preocupan también los daños de la fauna y, en su caso, ha sufrido en su explotación ataques de meloncillos y de zorros. «El meloncillo se ha multiplicado en los últimos años y como te pille un becerro pequeño, no puedes hacer nada», apunta: «La única forma de defender al ganado de estos ataques es estar las 24 horas ahí».
También le preocupa, y mucho, el saneamiento ganadero. Más cuando, explica, «me mataron 60 vacas en una explotación. Es una locura. La ganancia nuestra depende de eso -dice en relación al resultado de las pruebas de tuberculosis bovina-. Si te sale una positiva de una explotación de 100 vacas, puedes tener pérdidas de entre 10.000 y 20.000 euros todos los años siguientes hasta recuperar la tarjeta», dice.
Y le preocupa la burocracia. «Ahora media jornada tiene que ser para papeles y no puede ser eso», dice. Papeleo le supuso pedir la ayuda a la incorporación, que no ve viable «porque te gastas más en los requisitos, que en lo que te dan».
Jorge cuida a sus vacas a caballo para llegar a sitios inaccesibles y se plantea empezar con los drones «para controlar a los animales a cada momento». Lo de collares con GPSpara las vacas no se lo ha planteado, pero por la inversión que supondría.
Diez años después reconoce que acertó al decidir ser ganadero.
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