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A Ursula Von der Leyen le entró la pena cuando allá por 2022 un lobo mató a Dolly, su querido pony.Fue entonces cuando cogió la bandera de reducir la protección al depredador, no antes. Antes no había hecho ni caso a los ganaderos que se quejaban. Pero desde lo suyo, la alemana vio un peligro real para el ganado en las manadas de lobos y pidió a las autoridades nacionales que tomaran medidas para proteger a los ganaderos. No fue una exigencia, fue más bien un «por favor» y con escaso éxito, por cierto, porque en España Teresa Ribera no la ha hecho ni caso.
Ella se ve que sigue con la misma idea después de lo de su pony, pero también está lo de que se lleva muy bien con Pedro Sánchez. Y está lo de que espera seguir así ahora que aspira a su reelección como presidenta, que es el puestazo en juego.
Se votó poco en las elecciones europeas y si ascendió la ultraderecha fue en parte para combatir a la ultraizquierda en políticas como la inmigración, el Pacto Verde y la Agenda 2030. Si crecieron en España Vox y lo hizo Alvise fue, en parte, porque votantes fieles antes a otros partidos -se habla del PP, pero también ha habido del PSOE- no creían que Ursula Von der Leyen fuera a defender al campo. Ni que, por supuesto, lo hiciera Teresa Ribera.
La hasta ahora presidenta de la Comisión Europea fue la impulsora del Pacto Verde europeo, la Agenda 2030 y lo hizo siempre apoyada por los socialistas y los verdes.
Nos habían dicho que Europa era diferente. Que allí no hay vetos, que se vota por programas, pero lo primero que ha hecho Von der Leyen tras conocer el resultado de las elecciones ha sido pedir «construir un bastión a izquierda y derecha contra los extremos».
El PPE vuelve a ser el partido mayoritario y Ursula Von der Leyen maniobra ya para conseguir el apoyo de los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea para lograr que la propongan como candidata por consenso. Ya ha anunciado que busca el apoyo de populares, socialdemócratas y liberales para sumar escaños y salvar a Europa de la ultraderecha, esa que le pide que abandone el Pacto Verde.
Siempre tuvo Ursula una complicidad especial con Pedro Sánchez. Y por eso sorprendió que en estas elecciones viniera a España para acompañar a Feijóo en la campaña. Y en el tour sí prometió defender el Estado de Derecho, pero no habló de amnistía. Sí hablo de la PAC, pero no de ceder en lo medioambiental.
Feijóo tiene ahora el problema de hacer compatibles un posible adelanto electoral con una Ursula que va a negociar con socialistas y verdes su reelección. En ese cambio de cromos, verdes y socialistas no están dispuestos a ceder sobre la Agenda 2030 y en eso coinciden con Ursula. Tiene también Feijóo el problema de dar su apoyo o no a Teresa Ribera como comisaria de Medio Ambiente, cuando la ha retratado como la enemiga del campo. Pero ni en campaña se atrevió Dolors Montserrat a asegurar que no le daría su voto.
Ursula ha pasado de ser un apoyo para Feijóo a un problema. Ahora ni lo del pony Dolly, que menuda pena, la sitúa al lado de los ganaderos.
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