Lo del veterinario de explotación y lo demás

Se habla del veterinario de explotación. Y del ministro. Que si trilero, que si no se qué. Se la ha jugado, sin duda. No a los ganaderos, más bien a todos. Al ganadero, porque le dijo que de eso del veterinario de explotación, nada, que tranquilo. Quitó esa obligación y le puso otra sin que la viera venir: la de que tuviera visitas de un veterinario. Que viene a ser tener veterinario pendiente de la explotación, pero que no tiene que ser necesariamente de explotación. Que viene a ser que el ganadero pague un veterinario privado, sin que necesariamente el ganadero lo vea necesario. Que viene a ser que un veterinario privado haga inspecciones, pero controlado luego por los oficiales. Y se la jugó el ministro al veterinario porque con esto de las visitas obliga a tener una infraestructura y, a lo mejor, para un rato cada 18 meses y sin plan a seguir. O le obliga a la locura de ir a ver colmenas a no sé qué monte y repartidas en no sé cuántas hectáreas. Y a la Junta, porque le empluma decidir a qué explotaciones se va y a cuáles no. Y cada cuánto. Así que es la Junta la que cuando esto esté en marcha puede enemistarse con ganaderos y veterinarios a partes iguales y por obra y gracia del ministro. Y la Junta tendrá que organizar una estructura para recibir los datos; y del bolsillo del ganadero saldrá lo de pagar al veterinario. A todo esto, con visitas que se suman a las inspecciones oficiales, además de a los programas de saneamiento. Y a ver si con este jaleo el consumidor ve tanta inspección que se lía. O el ganadero ve tanta inspección añadida que se harta. Menos mal que le va bien en precios. Tiene suerte Planas.

Se habla del saneamiento y de ese cambio en Valladolid. Lo que se habla de ese cambio. Y se habla del mercado. De esa vuelta a la exportación, que se prepara barco para Argelia. Y de que los precios aguantan. Y ya pasó la Semana Santa. Con esto último hay ilusión.