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La rebelión en la granja británica la lidera un genio mediático como es Jeremy Clarkson, famoso por Top Gear,The Grand Tour y después, con La Granja de Clarkson. Su gusto por la agricultura y la ganadería le llegó porque tenía una explotación de 400 hectáreas en Oxfordshire, se jubiló el empleado y decidió llevarla directamente él y grabar un programa con su día a día. Es un éxito.
¿Cómo un multimillonario que no vive de la granja lidera las protestas británicas? La razón la cuenta al finalizar la primera temporada, tras reunirse con su contable y comprobar que el beneficio que obtuvo por labrar fue de 144 libras. Cuenta que el año fue muy seco. El anterior año obtuvo por la cosecha 226.000 y ese, 137.000 en el mismo terreno. «¿Qué harán los agricultores que no tengan un equipo siguiéndolos?», se pregunta en referencia a su equipo de televisión. Y hace la reflexión posiblemente más de corazón de las tres temporadas emitidas: «La próxima vez que un agricultor se queje del tiempo, le daré un abrazo y le invitaré a una cerveza. No se queja porque le fastidie trabajar bajo la lluvia, se queja porque esto es extenuante».
Clarkson salió con su tractor y con otros 25.000 por las calles de Londres. Sacaron pancartas que son las mismas en el Reino Unido, Francia, Polonia u Holanda: «Sin agricultura no hay comida ni hay futuro». Protestaron por la falta de rentabilidad, por el ahogamiento. En Londres, además, por un impuesto de sucesiones a las herencias agrícolas. Y se quejan porque la última vez que se quejaron no les hicieron caso.
Clarkson tuvo un gran disgusto cuando se enteró de que si sus vacas se contagiaban de tuberculosis, tenía que matarlas. Y cuando se enteró de que el tejón, que dio positivo a esa enfermedad y podía transmitírsela a sus vacas, era intocable. Y consoló a esa granjera con 120 vacas y que sólo podía ordeñar 60.
Y al acabar la temporada confesó que nunca había sido tan feliz como en su granja y también que no sabía si quería volver a empezar por 44 peniques al día. «Es mejor vender, meter el dinero en el banco y vivir de intereses», decía. Y en esto, que no da dinero, está la falta de relevo.
No es un secreto. Al nuevo comisario Hansen, criado en una granja, se le vio emocionado al hablar de su hermano ganadero, fallecido. La pregunta era sobre salud mental y él aseguró que es un sector que vive con la presión de estar embarcado en grandes inversiones con una renta que es el 60 % de la de un europeo medio.
En España se preparan agricultores y ganaderos para salir a la calle. Es una realidad que la carne tiene precios imposibles y que en el campo no se quiere quedar casi nadie. Influirá sembrar y no ganar dinero; necesitar seis documentos para llevar una vaca al matadero; el papeleo necesario para trasladar reses andando 200 metros; esas horas apuntando altas y bajas ya registradas; o tener que guardar albaranes años.
Cuando ni con el precio que tienen ahora terneros, cerdos o corderos quiere la gente ser ganadera es porque algo no va bien. Tenemos -también la sociedad- un problema.
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