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Lo de Mohamed no ha sido un «bienvenido, míster Marshall», ni mucho menos. Había interés entre un reducido grupo de ganaderos y tratantes que conocían la llegada del egipcio al mercado de ganados y su visita a explotaciones de Salamanca, pero hasta ahí. Sí hubo quién se le acercó y también quien acudió al mercado sólo para verle por la «revolución» que supone una visita así. Era una mezcla entre curiosidad y un «por si acaso». Sin mucho más.

No parecía que Mohamed conociera lo que podría encontrarse en Salamanca. Por ejemplo, no esperaría que hubiera personas que no hablaran inglés, cuando Mohamed lo que no hablaba era español. Osado, vino además acompañado sólo de su vicepresidente, que tampoco conocía la lengua de Cervantes. No parecía la mejor idea ir con el good morning por el mercado. Así que sin posibilidad de entablar mucha conversación, era simplemente observado.

Luego ocurre que en este momento el ganadero o el tratante no ven necesidad de complicaciones. Hubiera sido una bienvenida grandiosa, a lo «míster Marshall», si la visita hubiera sido hace un año. Y no es ni imaginable el ruido si hubiera llegado en 2020, con los precios por los suelos en la etapa covid. Ahora un ganadero vende al precio que quiere sus terneros y por ganar un poquito más, no suele estrellarse con facilidad contra la burocracia.

Luego ocurre que por mucho que quiera vender, apenas hay terneros ni otro tipo de ganado en el campo en este momento, por lo que el contacto no se veía en general como una urgencia.

Y contribuye también a que lo de Mohamed no se viviera como el «bienvenido míster Marshall» a que con estos precios es más complicado fiarse porque las cantidades expuestas son muy altas y un resbalón puede ser una caída sin retorno.

Su visita se vio como una oportunidad que está ahí y a saber. Se vio como el vaya cómo deben estar las cosas allá y en los otros países para que se vengan hasta aquí a comprar los terneros. Fue como una palmadita en la espalda de que esto sigue, de que los precios no tienen pinta de bajar. Y Mohamed, sin saberlo, animó también los precios del mercado aunque su visita no pudiera utilizarse como un si no me compras tú le vendo a él, porque el egipcio venía para hacer contactos y hablar de lo suyo.

Y cuando habló, hay quien lo vio como una oportunidad a largo plazo, y quien se quedó con lo difícil de llevar a cabo un proyecto así, de exportación de animales, con las dificultades en cuanto a normativa para concentrar ganado.

Hubo quien estaba feliz y quien pasó de dedicarle más de un cuarto de hora. Y Mohamed vio un mini mercado de Salamanca, con muy poquito que observar en las naves, y con ganaderos y tratantes asustados primero por lo que valen los terneros y, después, por lo que subió la Lonja, que no contentó a nadie en el caso del vacuno de vida. Él vino cuando los carniceros hablan de vender piezas como lomos ya sólo si tienen pedidos, porque cualquiera congela a este precio.

Gustó que viniera Mohamed pero ahora hay tanto movimiento, que se está a otra cosa. Hasta Mohamed pasó un tanto desapercibido.

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lagacetadesalamanca Mohamed, el egipcio