A lo mejor va a ser cierto eso de que en nada no quedarán agricultores pequeños. A lo mejor se cumple la amenaza de que si esto sigue así, en nada tampoco quedarán medianos. Y estos pensamientos que te encuentras en el campo vienen con una cosecha regular tirando a buena. Y vienen con un agricultor en general satisfecho por el grano que obtuvo, aunque no fuera para tanto. Pero hay tristeza.
La situación es que España necesita importar cereales y el cereal ha vuelto a bajar. Por ejemplo, en Salamanca, el trigo, y la cebada repite pero está que no respira. Al precio al que cobra el agricultor el cereal y aun con una cosecha buena, la cuenta sale a deber o a salvarse por la mínima. El cereal llega a los puertos, entra en España al son que marcan las multinacionales y el agricultor vive entregado. De vez en cuando le pasan el respirador y con ese aliento dura una campaña más. Y su mentalidad es aguantar lo que se pueda, como es la del ganadero. El año bueno se guarda para el siguiente por si viene peor y lo malo es si, como ahora, a una cosecha nefasta en cereal le sigue una en la que el precio está por los suelos, como esta. Si viene el año malo, quizás hay ayudas. Si viene como este, el agricultor llora pero encima pocos le creen.
Se habla de especulación, como el año pasado o incluso este con la paja. Y de especulación hasta a pequeña escala, que se traduce en que cada uno quiere aprovechar su momento cuando le llega porque vive en el alambre del año bueno y del malo, de un mercado loco, sin regulación.
Claro que preocupa el campo, pero cuando afecta al consumidor. Cuando el aceite de oliva sube tanto, que la cesta de la compra se resiente. Preocupa la entrada de producción de terceros países si son tipo fresa, de consumo directo. Lo del cereal es otra historia.
Antes existía la intervención, con los silos, y el agricultor sabía que no iba a ganar mucho pero tampoco iba a estar en caída libre. Y el agricultor habla de que cobra por el grano el precio de hace años, y es verdad e incluso menos y que, en cambio, cada avería en el tractor le avería el mes. Y se le exige estar modernizado para descarbonizar. Y las ayudas de la PAC son menos porque antes todas eran para agricultores y ganaderos y ahora, además de ser más chica la hucha, se reparte con el medio ambiente.
A esto del campo nadie le pone el cascabel y el campo languidece. No hay más que darse un paseo por él para comprobar que apenas hay ya rebaños de ovejas. No hay más que ver a quienes van en los tractores para darse cuenta de que envejece. Y queremos ver los campos labrados, con esos girasoles tan preciosos, y acudir al supermercado y comprar las cerezas de la Sierra, y cada vez es más difícil porque apenas quedan.
Sin una verdadera ley de la cadena alimentaria que garantice que el agricultor cobra más que lo que le cuesta producir, el futuro del campo se complica. No puede ser que esté en el aire dejar la paja sin empacar porque su precio no de para cubrir gastos.
Sin una atención de los políticos al vuelco que ha dado el campo y sin freno a esta inseguridad en precios, no puede extrañarnos que dejemos de ver agricultores sobre tractores. Dejamos de ver rebaños, algo que parecía impensable hace pocos años. Dejamos de ver vacas lecheras, cuando estaban en todos los prados. Y se ve que a nadie le preocupó en exceso que la leche no valiera nada porque podría llegar de fuera. Pues eso. Como las fresas.