Secciones
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Juan Ignacio Sánchez es ganadero de Chagarcía Medianero, uno de los pueblos más castigados por los ataques del lobo y donde habrá inversiones del Gobierno para cerramientos de fincas con el fin de proteger el ganado. Él mantiene que no las necesita ya y eso que su explotación fue de las más atacadas. De hecho, compró 90 vacas «a capricho», de raza fleckvieh y las trajo de la República Checa pero los ataques constantes del lobo le llevaron a venderlas «porque no se defendían». Asegura que un año le llegaron a matar 15 terneros y 5 vacas «y me pagaron 5 terneros». El motivo, explica, estuvo en que algunos fueron abortos y animales atacados de los que luego encontró sólo restos.
Ahora le quedan tres fleckvieh -el resto son limusinas y parda de montaña «porque se defienden mejor»- pero no teme por ellas. La clave la ha encontrado en los mastines. Si estaba demostrado que protegían a los rebaños de ovejas, Juan Ignacio ha comprobado también que son claves para defender a sus vacas. Tiene siete y desde que confía en ellos el cuidado del ganado, no ha tenido más «disgustos» con el lobo. Sólo una vez vio que el lobo había estado porque dos de sus mastines, macho y hembra, aparecieron con heridas. «La perra tenía algún desgarro pero el perro parecía un colador», recuerda. Después de varios días de cuidados, se recuperaron. «Ahora están más pendientes incluso del ganado», dice.
Tiene a los mastines con distintos grupos de vacas porque las parcelas son pequeñas y están en lotes. «Lo normal es que estén dos», explica. Y también niega que para él supongan un problema. «Sí hay más gastos», explica, pero los cifra en «unos 100 euros al mes». En cuanto al peligro de que salgan a la carretera, mantiene que están con las vacas. «No los tengo manoseados porque el problema es que pudieran ir a la gente para que les acariciaran, luego les riñeran y se hicieran malos», explica. Al destetarlos, ya los cría junto a los terneros. Enseguida los lleva al campo, les pone una caseta y reconoce que los primeros días es cuando tiene que estar con más cuidado. Nunca lleva dos mastines pequeños juntos porque la clave, explica, es educarlos de uno en uno. «Los perros son como niños y lo que hacen si van dos es jugar», explica. En cuanto a las razas, también ha comprobado que en su caso le va mejor el mastín español porque lo ve «más ligero» que el leonés.
Es tal ya el dominio en la cría de mastines, que la Junta de Castilla y León ha recurrido a él para coger algunos ejemplares. «Son un gasto añadido pero es una satisfacción ver bien al ganado y compensa. Antes estabas temiendo ir a ver a las vacas porque decías, ¿qué me encontraré? Y ahora eso ya pasó», señala. En cuanto a ayudas a cerramientos no le parece positivo en su caso porque trabaja en muchas parcelas. Si fueran para una nave para el ganado, tampoco, por la dificultad para encerrar vacas.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.