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Manuel Herrero, con su pequeño pero exclusivo rebaño de raza merina negra.
Las primeras merinas negras que llegaron a Salamanca

Las primeras merinas negras que llegaron a Salamanca

Manuel Herrero, apasionado de la genética, tiene ovejas descendientes del primer rebaño de esta raza que hubo en la provincia. Solo cría mellizas

Jueves, 28 de abril 2022, 19:48

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En Cerralbo, cerca de Lumbrales, pastan las ovejas que podrían ser las descendientes del primer rebaño de raza merina variedad negra que hubo en Salamanca. Llevaban más de 70 años en la finca “Fuenterroble” y hace 18 años que a Manuel Herrero le regaló un amigo un macho y cuatro de estas hembras, con las que empezó su hatajo. Del rebaño original no quedaron más animales.

Ahora Manuel tiene 15 -entre ellos un carnero que acaba de comprar con el objetivo de cambiar la sangre y alguna otra oveja, también por el mismo motivo- pero su base es la de “Fuenterroble” y se esfuerza en seleccionar aquellos ejemplares que respondan al prototipo racial de esa genética concreta.

Una de las peculiaridades es que, además de esa selección, se puso como norma solo dejar ovejas que sean mellizas. “Puedo quedarme una de las dos, no necesariamente a las dos, pero aunque sea una tiene que haber nacido melliza”, dice, y el motivo es que luego suelen parir dos corderos. “A lo mejor una vez te trae uno, pero la siguiente vez son dos y probablemente la siguiente”.

Sobre qué ovejas se queda, lo tiene muy claro. “Son muy fáciles de seleccionar: tiene que tener bien el moño de lana, las orejas entre la lana... luego si veo una que es basta, no la dejo. Son ovejas medianas, fuertes, rústicas, ágiles luego como cabras. Y de las primerizas nunca dejo ovejas. Me apoyo en el refrán, “de novilla, novilleja y de marrano, marrano vieja”. Tengo claro que de las ovejas que son primerizas nacen corderos que se desarrollan menos”, señala.

Manuel no les tiene puestos nombres a las ovejas pero las distingue a todas como hijas o abuelas de... Su problema llega cuando el esquileo, que afrontará en unas semanas, porque es entonces cuando, sin lana, las ovejas se vuelven más difíciles de distinguir.

Precisamente es el problema de la lana lo que hizo que la merina negra -como también todas las de este color de otras razas, como la castellana- no tuvieran aceptación entre los ganaderos. Al no poderse teñir, el valor en el mercado de esta lana era muy inferior al que se pagaba por la blanca, de ahí que esté en peligro de extinción, con solo unos 3.000 ejemplares en toda España. Ahora mismo a los ganaderos el color de la lana no les preocupa porque no tiene valor. El problema de ganaderos con ovejas blancas o negras es el mismo: encontrar a alguien que les compre la lana.

El sueño de Manuel es poder aumentar el rebaño y con esa idea ha comprado el semental. Le ocurre que no tiene ovejas suficientes para atender la demanda porque es consciente de que esta genética gusta en el mercado y la única forma de adquirirla es en esta pequeña explotación de Cerralbo.

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