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Honorio Navarro, en su explotación ganadera.
Honorio, referente ganadero con 85 años: “Con 12 araba y ya vendí mi primera vaca”

Honorio, referente ganadero con 85 años: “Con 12 araba y ya vendí mi primera vaca”

Se quedó huérfano a esa edad y, como hermano mayor, se puso junto a su madre al frente de la explotación. El negocio no dejó de crecer y hoy, con 85, es una referencia

Jueves, 16 de marzo 2023, 17:42

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De tener una infancia dura, a llegar a los 85 como referente de ganaderos y tratantes. Es admirado por dónde ha llegado y de dónde venía, por su capacidad innata para el trato y por su seriedad. Hoy en día es vocal de la mesa de vacuno de vida de la Lonja de Salamanca, acude todos los días al mercado y marca la hoja de ruta de la explotación familiar. No hay venta o compra en “casa” en la que no se busque su aprobación ni día que pase sin que alguien le pida consejo. ¿Cómo ha llegado a ser uno de los ganaderos y tratantes más respetados?

Frades de la Sierra. Honorio nace en una familia de tratantes, oficio del abuelo y del padre. A él siempre le entusiasmó el ganado y recuerda que con 4 ó 5 años era salir del colegio e ir corriendo donde hubiera cabras, ovejas, cerdos o vacas. “Cuando me salieron los dientes, yo ya iba a buscar al ganado”, dice.

A partir de los 7 años empezó a acompañar a su padre a comprar reses y a venderlas por las ferias de España. Recuerda con un cariño especial su primera visita a la de Salamanca, con 8 años. “Mi padre juntaba el ganado y eran 4 días de viaje: uno para ir, dos para estar ahí y uno para volver. A lo mejor juntábamos 20 animales pero se llevaban bien a pie. Dormíamos en pajares de Aldeagallega, pegando a Salamanca, y dejábamos el ganado allí en corrales. Luego ya fuimos con lo que llamábamos bueyes, que eran terneros que se castraban y que íbamos a venderlos con 3 años. Los agricultores vendían los animales de 14 ó 15 años y se llevaban estos para domarlos”, recuerda. Salamanca era una vez al año, pero es que a Guijuelo iba Honorio con su padre todos los sábados. Y allí recuerda lo curioso que resultaba que el ganado se metiera en el tren para ir a la feria y cuando se vendía. “Entonces se iba criando todo y sacabas erales, utreros y vacas y todos iban en el vagón del tren”. Recuerda cómo tuvo que llevar una vez a su padre, con 8 años, de Frades a Pizarral, porque tenía que enterarse de cuánto pesó una vaca que vendieron en Guijuelo y que metieron en el tren con destino a Cantalapiedra, donde la mataban.

Pero todo cambió para Honorio cuando murió su padre. Tenía solo 12 años cuando asumió la explotación junto a su madre. “A esa edad araba y ya vendí mi primera vaca”, dice, y recuerda que le pagaron por ella 3.000 pesetas. Esos años se defendieron en casa con la ayuda de algún obrero y con Honorio, como hermano mayor, ya vendiendo ganado. Fue un avance la llegada del primer tractor a casa: uno cuyo remolque adaptaron para meter los terneros. Honorio recuerda que iba en bici, los compraba y luego los cargaban allí. Y de Frades, andando con ellos después a la feria de Guijuelo.

A partir de su boda Honorio se establece por su cuenta y ahí es cuando empieza a crecer, como comprador de grandes empresas. Recuerda que una noche llegó a cargar 14 camiones de terneros para un matadero de Vic. “Nunca compré a peso, pero se vendían a peso. A mí me gusta ver el animal en el campo y tengo buen ojo. Allí veía a quién se lo puedo vender”. ¿Su secreto? Honorio cree que hizo clientes porque compraba ganado, lo llevaba a su casa y le daba al comprador el ternero que quería, “no el que yo quería venderle. Los que no querían, me los quedaba yo. Hoy en día no puedes hacerlo así porque con la burocracia no te dejan mover un ternero”, cuenta.

Honorio vive cada día de su explotación de Frades y es un ejemplo de persona hecha a sí misma, respetada como ganadero y tratante. “Dejaré el oficio cuando me deje él a mi por falta de fuerzas”, dice. Ese momento no ha llegado.

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