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»Esto es un desastre». Quien lo dice es Ángel Bonal, el agricultor de Nuevo Amatos que dejó sin cosechar su maíz hasta marzo porque se negó a recogerlo con humedad, por el menor precio. Cosechó hace unas semanas -«un día antes de que lloviera»- y ahora lo tiene guardado, a la espera del mejor momento para venderlo. Entonces no le importó incluso que le llamaran «loco» y asegura que vivió la espera hasta la cosecha -a pesar del «dineral» que se jugaba, porque eran 60 hectáreas pendientes- con tranquilidad. Ahora, en cambio, reconoce que está «muy intranquilo» con la situación que vive el campo en Salamanca por el exceso de lluvias.
En Salamanca, los agricultores con cultivos de regadío están parados a la espera de que se sequen las tierras una vez que acaben las lluvias. Aguardan para poder entrar en las parcelas con la maquinaria, realizar las labores y así llegar a sembrar. Si fuera principios de abril, la situación no la verían tan angustiosa pero, a estas alturas del año, los plazos para sembrar son cada vez más cortos. Ángel, por ejemplo, se da apenas una semana de margen porque considera prioritario poder sembrar maíz de ciclo largo, no corto, para obtener una producción que le permita salvar luego los gastos «que son muy altos». No sembrar tampoco lo ve opción por los costes obligatorios del regadío, ni lo de inclinarse por el girasol porque en la zona en la que está, junto al río Tormes «se lo comen las palomas y otros pájaros».
En el caso de Alberto Sánchez, agricultor de Almenara, tiene claro que a estas alturas el de ciclo largo está ya «descartado» y que si no le quedara más remedio que ir al final al más corto, que permite sembrar hasta primeros de junio, se inclinará directamente por el girasol. No se arriesga a producciones de maíz bajas. En su comunidad de regantes, la de Zorita, de las 420 hectáreas que se siembran mantiene que hay ahora sólo 7 sembradas de maíz y 8, de patata. De ahí que insista en que la situación es crítica. Cuando se pueda entrar en las tierras, advierte de que se acumulará el trabajo para los agricultores porque a la siembra de patatas y de maíz en regadío, se unirá también la del girasol. Alberto al menos agradece haber podido sembrar los garbanzos.
Pedro Moro, de Villoria, está también a la espera para sembrar patatas, aunque confía en poder entrar en las tierras a finales de esta semana. En Salamanca se estima que estarán sembradas entre un 30 y un 40 % de la superficie. «Esto es una situación dramática porque no podemos hacer nada y luego se acumulará todo». El problema de la patata es también si se siembra con humedad, por enfermedades. En Salamanca una fecha habitual de siembra es hasta el 15 de mayo, San Isidro.
En Salamanca, se sembraron la pasada campaña 4.739 hectáreas de patatas; 15.452, de maíz; y 4.191, de remolacha, que apunta a reducción por el descontento de los agricultores por el precio. En esta se espera un aumento de superficie de los otros cultivos por la falta de alternativas en regadío.
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