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José Antonio Escribano, en su cosechadora.

«Sin aire acondicionado sería imposible segar a 40 grados»

José Antonio Escribano afronta 28 días de campaña con siega de día en una cosechadora que, nueva, estima que costaría unos 530.000 euros

S. M.

Salamanca

Miércoles, 18 de junio 2025, 17:13

José Antonio Escribano sabe lo que es cosechar desde que era un niño. Ahora él y su padre, Antonio, siegan para otros desde Zorita de la Frontera y han iniciado la campaña, pero muy despacio. «No está para correr porque da en las cooperativas humedad y los días están empezando un poco frescos. Tienes que esperar a que esté seco». Cree que hasta el próximo lunes no se empezará a tope por otro inconveniente, el de los remolques: «Si la cooperativa cierre el sábado y el domingo, como dé producciones de 4.000 o 5.000 kilos, con los remolques que hay, mucho no se puede segar al día. Si hay gente que lo guarda, sí, o si tiene la era».

Su cosechadora tiene GPS, que reconoce que les facilita mucho el trabajo. «Le pones que vaya de punto »a« a punto »b« y ya te marca las líneas; le marcas la anchura de trabajo, y ya te dice por dónde tiene que entrar la máquina. Con el GPS sabes que si tú partes una tierra, sabes que al final te va a quedar el corte justo», explica. «De la otra forma tú partes y te puede quedar un metro», añade. Aún así, José Antonio tiene muy claro que de todos los avances de las cosechadoras, del que no prescindiría nunca sería del aire acondicionado. «Sin aire acondicionado sería imposible, sería imposible segar a 40 grados. No siegas ni 10 minutos, te mueres asfixiado. En septiembre u octubre si no funciona, puedes seguir, pero como salga el sol es una sauna», cuenta.

Trabajan en la campaña su padre y él, cada uno con su cosechadora, y estiman que durará 28 días la de cereal. Luego saldrán garbanzos en agosto, y otros días sueltos. Trabajan con clientes de toda la vida, algunos, dice su padre, con los que lleva 45 años. Hay competencia de cosechadoras que suben del Sur, pero no les preocupa. «La gente prefiere coger la máquina que tiene al lado porque luego no van a subir de Sevilla para cosecharte 10 hectáreas de otro cultivo en septiembre». «Tenemos una zona en la que los clientes se fían de los que segamos», dice.

Segarán de noche y de día, con parón en las horas de calor por el riesgo de incendios, que es algo que les preocupa mucho. «Lo suyo es parar también por el tema de seguros», dice José Antonio, que reconoce, como su padre, que les gusta cosechar de noche porque «el sol no te da y es también mejor para las máquinas, que se calientan menos». Tienen la gran ventaja de que ellos las arreglan. «Si no fuera así, lo que sacáramos en verano iría para pagar a los mecánicos». Temen averías, por el precio de los repuestos, y esperan que las cosechadoras les duren muchos años: una la compraron nueva en el 2009 y la otra, de segunda, en 2012. «Si la cuidas, puede durarte toda la vida y nosotros hacemos prácticamente sólo cereal», dice. Y eso espera porque mantiene que una nueva como la suya le costaría unos 530.000 euros. «Una nueva y pequeña no la coges ahora por menos de 300.000», explica. Lleva un depósito de unos 1.000 litros de combustible y apunta que gasta cada día de trabajo unos 800.

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