Un cura bendiciendo los tractores
El vaso de la paciencia de los agricultores de la UE se ha ido llenando poco a poco
Perdón por la autocita, pero es que viene a cuento. Durante la conferencia en el «Foro Gaceta de la agricultura» el lunes 27 de noviembre alerté de la «hiperregulación del sector agrario». Este fue también el titular de la portada del periódico al día siguiente. Pues bien, una de las principales quejas de los agricultores y ganaderos franceses, y uno de los principales motivos de su actual oleada de movilizaciones es precisamente el exceso de reglas de todo tipo al que deben hacer frente. Reglas absurdas que vienen en su mayor parte de la Unión Europea (UE) a través de la nueva PAC y de otra serie de normas de carácter medioambiental, que priman sobre la principal actividad agraria que debe ser la producción de alimentos. Y el campo europeo ha estallado. Se argumenta que se trata de problemas diferentes en cada país. Y no es verdad. Llevamos ya unos cuantos años en los que el vaso de la paciencia de los agricultores y ganaderos de la UE se ha ido llenando poco a poco. Ahora es cierto que, en algunos Estados miembros, la gota que ha hecho que este descontento se derrame sea un problema nacional, como los impuestos sobre el combustible agrícola en Alemania o la llegada masiva de cereal procedente de Ucrania en Polonia, Rumanía o Hungría. Sin embargo, esto último es solo la gota que ha hecho que el vaso se desborde; pero este venía llenándose desde hace mucho tiempo.
En Francia, y también en Alemania, ayer continuaron las protestas y las movilizaciones. Los galos comenzaron a cercar París desde el mediodía. También habían avisado que sitiarían el mercado de Rungis, el principal de Francia y puede que del mundo en producto fresco. La verdad es que no ha hecho falta. Fuentes de este mercado reconocieron ayer a LA GACETA que han entrado camiones con mercancía, pero que esta no ha salido, ni a París ni al resto de Francia, porque los compradores no acudieron ante el temor de verse bloqueados. La jornada de ayer dejó imágenes como el bloqueo del puerto de La Rochelle, importante para los cereales y para garantizar el suministro de combustible; o la de un cura con su sotana y todo el instrumental bendiciendo la caravana de tractores a su paso por la ciudad de Bergerac; o los tractores «arando» autopistas, carreteras y hasta los aparcamientos de los supermercados; los ganaderos arrojando los purines de sus cubas ante las sedes de la Prefecturas, o los manifestantes acampados en las autopistas, donde han plantado tiendas de campaña y sus barbacoas a la espera de la nueva oferta del Gobierno esperada para hoy. Pero los representantes del campo ya no quieren hablar con el nuevo primer ministro, sino con el propio presidente Macron, que, por cierto, tiene previsto abordar las protestas agrarias con la presidenta de la Comisión Europea, la amiga Úrsula, en la Cumbre Europea prevista para este jueves. No hay que descartar que esta importante oleada de protestas sea objeto de debate en ese encuentro de los Jefes de Estado y de Gobierno de la UE. Y, mientras esto sucede por ahí fuera, en España el ambiente se va caldeando progresivamente.