El agricultor profesional saldrá perjudicado
Si se aprueban las propuestas tal y como están redactadas, la PAC pasaría a mejor vida
Es verdad que las propuestas sobre el Marco Financiero de la UE 2028-34 y sobre la nueva PAC que se aplicará en ese periodo han sido aprobadas por un Colegio de Comisarios que cuenta con amplia mayoría de representantes del Partido Popular Europeo (PPE), que han sido designados por los Gobiernos de cada uno de los Estados miembros. Pero también es cierto que no consta que hubiese oposición por parte de los comisarios socialistas, entre ellos la española Teresa Ribera, y de otros partidos políticos situados más a la derecha del PPE, como el representante italiano nombrado por Meloni, que también es vicepresidente. En resumidas cuentas, que, como ningún comisario se ha opuesto públicamente, pues todos son corresponsables y no se puede tirar entre ellos los trastos a la cabeza. Esta es la primera de conclusiones, que bien podrían denominarse políticas, de lo sucedido la semana pasada en Bruselas.
La segunda de las consecuencias políticas es que, si se aprueban estas propuestas tal y como están redactadas, la PAC actual pasaría a mejor vida o, dicho de otra manera, desaparecería, con todo lo que eso significa. Y desaparecería porque perdería su independencia y autonomía, ya que el dinero destinado a financiarla no sería ni autónomo ni independiente, sino que estaría metido en una bolsa común junto a otros fondos diferentes a los de la PAC y podría haber transferencias entre ellos, en caso de necesidad hasta un determinado límite. Y, no solo eso, sino que se da un paso más en la renacionalización de la PAC, proceso que comenzó hace unos cuantos años por el que se da más libertad a los diferentes países, y, en el caso concreto de España, a las comunidades autónomas, para que hagan de su capa un sayo y distribuyan ese dinero según sus conveniencias, provocando situaciones de desigualdad entre Estados miembros y entre regiones.
Y, también desde el punto de visto político y, sobre todo económico, destaca otro punto: el importante recorte que se pretende aplicar en el dinero asignado a la PAC que sería superior al 20 por ciento en relación con las cifras actuales, y eso en el caso de las estimaciones más optimistas. Además, si se tienen en cuenta los efectos de la inflación, el «tajo» al valor real del dinero que recibirán los beneficiarios podría superar el 50 por ciento. En resumidas cuentas, «un señor recorte». Pero con ser esto último importante, la clave verdadera es lo anterior, la perdida de autonomía e independencia de LA PAC derivada del hecho de que su dinero deja de ser sagrado e intocable.
Después de todo esto vendría el reparto y la distribución que se haga entre los Estados miembros, dentro de cada uno de ellos y entre sectores y beneficiarios. Así, a bote pronto y a vuela pluma, a la espera de un análisis de los textos más sosegado, se puede afirmar que lo que entendemos en Castilla y León como agricultor profesional, que vive solo de esta actividad, saldrá perdiendo por partida doble. Pero eso queda para otro día. En cinco palabras: descanse en paz la PAC.