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El miércoles de la semana pasada, durante el Foro de LA GACETA, me preguntaron si la salida de Teresa Ribera del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, para irse a Bruselas, supondría algún cambio importante en la política del Gobierno presidido por el marido de Begoña. Respondí que, en mi opinión, no habría modificaciones significativas por dos motivos: el primero, porque el presidente seguirá siendo Pedro Sánchez, que es uña y carne con Ribera; en segundo lugar, porque la persona que sustituyese a esta última sería propuesta por la aspirante a comisaria y de su total confianza, para mantener una línea continuista. Y así ha sido. La nueva ministra es Sara Aagesen, la mano derecha de la esposa de Bacigalupo para asuntos de energía. Hasta ahí no ha habido sorpresas; donde sí ha saltado la liebre es en que doña Sara ostentará también el cargo de vicepresidenta tercera del Gobierno, como su predecesora, madrina y mentora, que ahora se fuga a Bruselas.
Se ha insistido mucho en estos días en el perfil técnico de Aagesen, cosa que es verdad. Pero eso ha sido hasta ahora. Cuando alguien es nombrado ministro/a, por mucho perfil técnico que tenga, pasa a adquirir un importante papel político. Y si, además, es nombrada también vicepresidenta tercera del gobierno, esa función política se refuerza, tanto si lo quiere doña Sara, como si no. Cuentan los que han trabajado en algún momento con ella que es de carácter educado y hasta amable, justo todo lo contrario de su maestra Teresa Ribera. También dicen que se conoce bien su negociado. Veremos si todo lo anterior se pone de manifiesto en su nuevo cargo y, por ejemplo, el trato con las organizaciones agrarias que representan al sector existe, cosa que hasta ahora no ha sucedido. Dicho de otra manera, ya veremos si cambian las formas, porque, en el fondo, la política medioambiental en lo que respecta al sector agrario y al medio rural va a seguir siendo la misma.
Respecto a la otra pata del Ministerio, la de Reto Demográfico, está todo por hacer. El balance de la gestión de Teresa Ribera es que no ha habido gestión. Desconozco que se hayan puesto en marcha actuaciones para hacer frente a este grave problema que se ceba con los pueblos de España. Habrá que dar un voto de confianza a Aagesen, aunque, visto lo visto, no tengo muchas esperanzas. Y es que, mucho me temo que la que va a seguir mandando desde Bruselas es Teresa Ribera. ¡Ojalá me equivoque! Mientras tanto, el pobre Planas sigue «castigado» de ministro de Agricultura; encima tendrá como jefa a doña Sara, que, insisto, será una marioneta teledirigida desde Bruselas por Teresa Ribera. O, por lo menos, eso es a lo que aspira esta última, suponiendo que sus tareas en la capital comunitaria la dejen tiempo.
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