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Puente Mocho de Ledesma.
Ruta por los puentes romanos de Salamanca

Ruta por los puentes romanos de Salamanca

Todos conocemos el de la capital salmantina, santo y seña de la ciudad y presente en sus mejores panorámicas, pero el paso de los romanos por estas tierras dejó más puentes que ahora repasamos

Lunes, 17 de junio 2019, 16:17

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El legado romano en Salamanca tiene un símbolo inequívoco. Un puente que sigue sobreviviendo al paso del tiempo a pesar de levantarse en el siglo I. La manera que tuvo el Imperio de salvar el Tormes para unir Mérida y Astorga por la Vía de la Plata. Hablamos del Puente Romano, santo y seña de una ciudad y declarado, además de Monumento Histórico Artístico, Bien de Interés Cultural. Esta construcción, que sufrió las consecuencias de la famosa riada de San Policarpo de 1626, es el perfecto inicio para una ruta por los puentes romanos de Salamanca. Aunque el de la capital es el más popular, tenemos más. Algunos en un estado de conservación aceptable. Otros reconstruidos en más de una ocasión. E incluso los hay que prácticamente han desaparecido por el olvido y el paso del tiempo.

El itinerario arranca en Salamanca, donde podemos caminar al atardecer por unas piedras que hasta 1973 soportaron el tráfico rodado que salía y entraba a la ciudad. Las diferentes riadas que sufrió obligaron a realizar varias reconstrucciones que han forjado su imagen actual, con once arcos modernos y quince romanos.

De Salamanca, a Ledesma. Una villa prolífica en puentes para salvar el Tormes y los diferentes arroyos. En eso influyó su situación estratégica dentro del Reino de León, al ser limítrofe con Castilla y con Portugal. Por Ledesma transcurría el ramal de la Vía de la Plata que llega a Zamora. Precisamente esta ruta conseguía solventar la Ribera de Cañedo gracias al Puente Mocho. Su origen es romano, aunque fue reconstruido casi en su totalidad en el Medievo.

También en la villa ledesmina, junto a su plaza de toros, se levanta otro vestigio romano. El puente sobre el arroyo Merdero. Servía de comunicación entre Ledesma y Doñinos de Ledesma. Consta de un solo arco con un aliviadero lateral. Se levantó en sillería granítica y con grandes petriles que han desaparecido. Tanto el puente como el arroyo son de grato recuerdo para los ledesminos, ya que los niños acudían hasta allí a patinar cuando los fríos del invierno helaban el agua.

Desde Ledesma seguimos el curso del Tormes en dirección a su desembocadura en el paraje de Ambasaguas en Villarino de los Aires. Estamos en las Arribes del Duero. En estas tierras donde el Duero transita encajonado entre paisajes de excepción el legado romano es visible en localidades como Hinojosa. La necrópolis de Cabeza de San Pedro y la Fuente Atrás, son dos vestigios de esa presencia romana que también se traduce en los restos de un puente. Se trata del puente Caída, ubicado muy cerca de la antigua estación de ferrocarril de La Fregeneda y que salva la ribera de Froya.

Seguimos por tierras arribereñas haciendo parada en Sobradillo. Allí existió hasta 1979 un puente romano que prácticamente ha desaparecido. Junto a él se puede ver una fuente romana con un arco de medio punto y una cubierta de granito.

Esta ruta desciende por ‘la Raya’ hispano-lusa hasta Villar de Ciervo donde se sitúa otro de los puentes romanos de nuestra lista, el de Quebrada. Tiene un solo ojo y se construyó sobre el arroyo de la Ribera de dos Casas.

Hacemos un impás para desviarnos rumbo oeste hasta Retortillo. Concretamente a su balneario donde, a escasos metros, se puede visitar otro del os puentes romanos de la provincia. Se construyó en el río Yeltes y cuenta con un único arco. Su estado de conservación es muy mejorable y requiere una actuación urgente para evitar que acabe siendo sólo un recuerdo.

Volvemos sobre nuestros pasos y seguimos con rumbo sur, prácticamente a las puertas del límite entre Salamanca y Cáceres. Estamos en Martiago, donde podemos visitar el puente romano de Gatos sobre el arroyo del mismo nombre. Ángel L. Blanco Hernández, autor de “Otros puentes salmantinos” en el que hace un inventario de estas construcciones en la provincia, lanza la posibilidad de que su nombre se deba a la presencia del lince. Nadie ha vuelto a ver a este felino por estas tierras y eso que en la cercana Sierra de la Malcata portuguesa presumen de ser el último reducto del país vecino donde sobrevive. Pero lo cierto es que allí tampoco se ha vuelto a ver ningún ejemplar.

El puente Gatos se encuentra próximo a la entidad menor de Villarejo. Cuenta con un arco único a pesar de su considerable tamaño. Su origen romano se explica por la cercanía de la ciudad de Lerilla, un antiguo castro que fue romanizado. Un puente de esta magnitud sólo se explica si conducía a una pequeña urbe de estas características.

Tocamos casi la Sierra de Gata extremeña en nuestra próxima parada. Nos vamos hasta El Payo. Allí podemos visitar el puente del Gaz, también de origen romano y con un único arco. Se construyó sobre el río del Payo muy cerca de la localidad.

Acabamos esta ruta en la comarca de Béjar. El paso de la Vía de la Plata nos deja numerosos vestigios romanos en la zona. Uno de los más visibles son los miliarios, los bloques de piedra que se colocaban en la calzada para indicar la distancia hasta Mérida y Astorga en este caso. De origen romano también es el puente de la Magdalena, pero totalmente reconstruido posteriormente. El que sí conserva esa original estructura es el puente de la Media Legua aunque su estado es bastante ruinoso. Se encuentra muy cerca de la carretera que une Béjar con La Calzada de Béjar sobre el arroyo Hontoría.

Sólo permanece en pie un arco de medio punto de cantería. La paradoja es que a principios del siglo XX se encontraba en perfecto estado, pero una tormenta lo dejó seriamente dañado el 25 de julio de 1924.

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