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Más de media entrada en tarde entoldada tras la lluvia de mediodía, con leves gotas en la lidia del 3º.
GANADERÍA 6 toros de Hros de Ángel Sánchez y Sánchez, de desigual presencia en tipos y kilos, el 2º pesó 489 kilos y 650 el 4º y 5º. Con fondo de nobleza en conjunto. Reservón el 3º, parado el 5º, buenos en conjunto los cuatro restantes.
REJONEADORES
Sergio Galán Rejonazo horrible, muy trasero y más caído aún de efecto fulminante (oreja);pinchazo y medio rejón (oreja).
Diego Ventura Soberbio rejonazo (dos orejas); ygran rejonazo (dos orejas).
Guillermo Hermoso de Mendoza Rejonazo trasero y caído con un descabello (silencio), y pinchazo, rejonazo y descabello (oreja).
Ventura se inventó dos faenas prodigiosas y demostró porqué es el mejor dejando en evidencia el vacío y el ninguneo que ha sufrido en la última década en esta plaza. A los que le vetaron los dejó en ridículo. Lo suyo en La Glorieta fue un derroche de autoridad, dominio de los toros, los espacios y el público. Lo que hizo ante Veleto, el segundo, fue portentoso. De un plumazo, metiéndose en la misma cara, invadiendo sus terrenos y dejándole que solo viera caballo, en el mismo platillo, le quitó toda la tontería . Ni una huida más, ni una embestida a destiempo y nada de mirar a otro lado en esa mansedumbre indisimulada que ofreció. En dos minutos el toro fue suyo. Y la plaza también. El quiebro para clavar el primer rejón de castigo lo dijo todo: dándole la cara siempre y ofreciéndole el pecho. A lomos de Nómada, lo enceló a dos pistas en banderillas; un recorte por dentro, en terrenos de sol, despertó un estruendo. Con Ventura desatado, clavó los rehiletes en lo alto, saliendo de las suertes con piruetas en la cara. Se lo dejó llegar una barbaridad siempre y lo enceló con autoridad, antes y después de las suertes, levantando pasiones.
Siguió el tercio de banderillas a lomos de Lío. No se lo puso fácil jamás y tuvo que desplegar su pericia y registros para buscarle las vueltas a su oponente, llegarle mucho y meterse encima en los embroques. Le costó dejar las banderillas que, sorprendentemente, no clavaron. Siguió con Bronce con el que cabalgó en terrenos inverosímiles, antes de quitarle la cabezada para dejar a dos manos un par espléndido en lo alto. Rubricó así una gran faena antes de que el toro se echara en los medios, rendido y levantando la bandera blanca del perdedor. Aún así colocó tres rosas más en carrusel antes de la suerte de matar con Guadiana. El rejonazo tan categórico fue que cayó como un rayo. La contundencia fue brutal, la plaza se tiñó de blanco bajo el clamor.
No quedó ahí la cosa. Otra lección llegó en el quinto. Aldeanito, el segundo que dio en la báscula 650 kilos. Lo esperó en los medios para irse a por él en cuanto pisó el ruedo para tratar de clavar el rejón de castigo sin probaturas. No le salió el envite y luego no lo partió en el segundo intento. Fue el único borrón. Enceló bien y quebró en terrenos inverosímiles a lomos de Conguito llegándole mucho a la cara a un toro parado y remiso, al que expuso una barbaridad en suertes imposibles. Todo tuvo una pureza bárbara, en fragmentos de un valor tremendo, por como aguantó, toreó y como le ofreció todo a cambio de nada en la misma cara con caballos tan toreros como valientes. El toro aplomado se dejó llegar mucho y Ventura pasó todos los límites, sin despeinarse, sin alborotar a sus caballos. Todo paciencia, ciencia y verdad. Tres banderillas cortas al violín quedaron en un palmo y en tres segundos levantó la pasión y la plaza. Un par a dos manos con las cortas puso la guinda. Otra obra sublime por la forma de inventarse todo ante un astado remiso y aplomado que no le regaló nada ni se lo puso sencillo jamás. Rejonazo en lo alto y muerte prolongada a sus pies, desplantado de rodillas le dio así aún más carácter de acontecimiento. Eso fue Ventura, un verdadero suceso.
La plaza y el palco quedó en ridículo premiando la primera faena de Galán con una oreja tras un sartenazo vergonzoso para finiquitar a Bailador. Rejón muy trasero, muy bajo, muy atravesado de lógico efecto fulminante, que rápido extrajo su subalterno para evitar las vergüenzas. Y tanta vergüenza fue conceder el trofeo, como pasearla tras ese trance. Mejor estuvo Galán con el cuarto, en una faena que fue cogiendo entidad y poso, ajuste y ritmo a medida que avanzaba. A lomos de Bambino y Óleo, con los que toreó por la cara y clavó con ajuste, coronó una tarde de triunfo menor. A ni una cosa ni a la otra se sumó Guillermo Hermoso que dijo poco a nada. Como si esa guerra no fuera con él. Hoy no hay nadie puede competir con Ventura al que pueden seguir vetando... para desgracia del personal.
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