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Llegó a Villaseca de la Sagra sustituyendo a Samuel Navalóny cortó dos orejas a un novillo de Montealto y cinco días después conquistó Arganda del Rey toreando al natural a un utrero de PabloMayoral. Dos de las ferias clave del circuito novilleril. Dos golpes de autoridad que le han servido, en dos tardes, para ponerse en la órbita de los novilleros de una temporada en la que debutó con picadores en Ciudad Rodrigo, en aquel lejano ya Carnaval del Toro del mes de febrero. Aquel día desorejó a un astado de José Enrique Fraile de Valdefresno y seis meses después salió a hombros en Arévalo en la novillada del Circuito de Castilla y León donde presentó también su candidatura. Era su único bagaje, demasiado tiempo entre ellas, apenas continuidad y no por ello tiempo descanso. Ese olvido lo empleó para entrenar más que nadie a la espera de la oportunidad. Y, en cuanto le llegó, ¡zas! el zarpazo para hacerse notar y convertirse en uno de los novilleros del año. Es de Zaragoza, tiene 19 años, hace cinco que se vino a Salamanca a vivir al cobijo de Andrés Sánchez y al reclamo de la Escuela taurina de la Diputación, donde se formó en su etapa sin caballos, donde salió como referente y donde fraguó la doble bomba que acaba de explotar y que le ha servido para coger otra sustitución y ser uno de los nombres (torea el 29) que se disputarán el Zapato de Oro de Arnedo, otra de las citas claves del año.
¿De qué cree que le va a servir un triunfo como este del Alfarero de oto de Villaseca de laSagra?
—Sobre todo para estar en boca de todos los aficionados, que sepan que hay un torero que quiere torear bien. Y también para entrar en las novilladas de las grandes ferias.
¿Ya? ¿Se siente capacitado para ese salto sin apenas haber toreado?
—¡Claro! (Responde sin dudas). He matado 2, 3 novilladas fuertes, me he sentido a gusto, no me han pesado ni asustado y me he mostrado poderoso y capacitado para estar con ellas.
¿Y cómo se llega ahí sin haber toreado apenas en todo el año?
—Entrenando todos los días y tomándome en serio como si tuviera 30 y 40. A la vista está lo que he conseguido solo entrenando.
Después de ser uno de los novilleros sin caballos de referencia, de triunfar en su su debut, ¿no esperaba torear más?
—Sí, aunque sabía que iba a ser complicado. Si Dios me lo ha puesto así será por algo, ese era mi destino.
¿Qué fue lo más importante de la tarde de Villaseca de la Sagra?
—La entrega fue muy grande, sabía que me tenía que entregar para dar un golpe en la mesa y, como quien dice, empezar a torear. Si no hubieran ayudado los novillos hubiera sido imposible, pero ese último embistió mucho, pude disfrutar y relajarme, me sentí muy arropado.
¿Se vio su mejor versión?
—Creo que se vio una buena versión, pero quiero y debo dar mucho más. Hay que mejorar; cada día dar un golpe encima de la mesa para que funcione el boca a boca entre los aficionados y los profesionales.
¿Maño o salmantino?
—Aquí me vine hace cinco años porque quiero ser torero. La Escuela de Salamanca ha sido clave para mí, personal y profesionalmente. Ahí me enseñaron e inculcaron los valores del toreo, el respeto, la educación y aprender a torear bajo mi concepto. Aquí vivo y aquí me siento salmantino, sin dejar a mi tierra de lado, pero aquí crecí y me hice como torero.
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