Espartaco y Borja Jiménez: el paseíllo que nadie vio en la intimidad de La Glorieta
Ambos funden los recuerdos del pasado y los sueños del futuro en un encuentro en la soledad del coso charro, 25 años después de la última actuación del maestro en esta plaza
Espartaco hizo el paseíllo en La Glorieta 24 veces en toda su carrera. Dos antes de su histórica faena al toro Albahaca de El Conde la Corte (21 de septiembre de 1981) al que le cortó los máximos trofeos, un rabo cortó también a otro toro de Francisco Galache la tarde de su debut en esta plaza (14 de septiembre de 1980).
Espartaco conquistó a la afición charra desde el primer día y ya se quedó en el alma de La Glorieta para siempre. Desde aquella tarde de su presentación de 1980 hasta su último paseíllo en esta plaza en 1999 no falló ni una sola vez en diecisiete ferias consecutivas (1980-1995): dos rabos, 31 orejas, ocho puertas grandes. Fue uno de los toreros predilectos de esta afición incluso antes de consagrarse como figura en 1985 con el toro Facultades en Sevilla. «Sevilla me vio antes que ninguna otra afición», confesó el maestro, que ahora, ha vuelto a hacer el paseíllo en La Glorieta, vestido de paisano, y en la temporada en la que se cumplen 25 años de aquella última Feria de Salamanca de 1999 en la que actuó por última vez en esta plaza.
Espartaco ha vuelto a pisar el ruedo de La Glorieta, totalmente vacía, casi en soledad, con la única compañía de Borja Jiménez, el torero revelación de 2023 que es ya uno de los triunfadores del inicio de esta campaña tras rendir plazas como Castellón, Valencia y Sevilla. Afincado en Salamanca desde hace dos inviernos aquí vive y aquí prepara su gran asalto mientras sueña con debutar en La Glorieta. Los dos, maestro y discípulo hicieron un paseíllo simulado, en la intimidad, sin bullicio, sin público en el que se fundieron los recuerdos del pasado y los sueños del futuro. Espartaco y Borja Jiménez.